Algunos dicen que hay que trabajar por el amor; otros dicen que hay que esperar. La verdad es que no sé cómo se trabaja para el amor; tampoco entiendo cómo se espera. Supongo que uno va por la vida y se mantiene ocupado con todas las cosas que se supone que lo mantienen ocupado. He oído y leído y dicho alguna forma de: “Haz las cosas que te gustan, céntrate en ser el mejor tú, y entonces encontrarás a alguien. O ellos te encontrarán a ti”. Y he leído y oído y dicho: “Ve a por ello, sé un buscavidas cuando se trata del amor como lo serías para cualquier otra cosa”. Pero en los días malos, todas estas palabras pierden significado. Y en estos días malos, te sentirás privado del amor romántico.
Se supone que no debes quejarte de estar soltero o sentirte triste por ello o, lo que es peor, sentirte privado. En algún momento te convertiste en la imagen de los jóvenes felices, divertidos, inteligentes, arreglados y solteros, especialmente las mujeres jóvenes. No, esta tristeza sería para gente desesperada. No, se supone que debes poner una sonrisa en tu cara y decirle a todo el mundo que cada día es un día hermoso y maravilloso para enamorarte de ti misma. Incluso en los días en que te sientes entumecido por dentro por la actuación de todo ello. No quieres actuar, sólo quieres llorar y embriagarte de sentirte vacía pero llena, intensa pero sin nada real; ese cliché de sentirlo todo y luego nada a la vez. Y luego, tal vez, llorar un poco más.
Pero no estás roto del todo, o eso creen; la ruptura, argumentan, es sólo para los que han perdido, no para los que nunca han tenido. Así que en lugar de eso te levantas de la cama y te ríes. Esa risa estúpida, estúpida, que engaña a todo el mundo todo el tiempo y que te recuerda que la mayoría de la gente es desatenta y olvidadiza. No leen entre las líneas de tu humor autodespectivo, no podrían distinguir una sonrisa real de una falsa, e incluso tú, incluso tú no estás siempre seguro de cuándo empieza tu actuación y cuándo termina. Así de metido estás en esta actuación de chico de cartel. Eres la amiga soltera favorita de todo el mundo, segura de sí misma, que es “demasiado perfecta” y que “encontrará a alguien cuando no esté mirando”
Pues discúlpame mientras intento no tirarte una silla mientras sigues con todo eso. Conozco demasiado bien esas palabras. Y no valen nada en los días malos, déjame decirte que no valen nada. Y cuando piensas en todas las cosas que te prometieron esencialmente por ser una “buena” persona y, mejor o peor, por ser “una de las chicas buenas”, quieres volver a tirar una silla, esta vez al espejo, porque todo parece mentira. Tal vez todo sea una mentira. Pero se supone que no debes decirlo en voz alta. Se supone que ni siquiera debes pensarlo.
Todo el mundo que conoces y quizá incluso esa vocecita interior insiste en que no debes preocuparte. Pero, ¿cómo no hacerlo? Puedes hacer todo bien y aun así no tener lo que se supone que es una de las cosas más importantes para los que quieren una vida con amor romántico. Así que, por favor, dime, ¿cuándo se permite preocuparse? ¿Cuándo se le permite a uno un descanso para respirar o estar quieto o gritar a causa de esta actuación? ¿Estoy rompiendo las reglas? ¿Acabo de cambiar el guión? ¿No puede uno soportar la realidad del escenario cuando se quita el disfraz? ¿Cuando la actuación se vuelve demasiado real?
No importa, no te preocupes, ha sido un lapsus – lo siento mucho. No tiraré ninguna silla ni le gritaré a nadie ni daré la impresión de que me siento privado de algo que fue, pero que no debería haberme sido prometido en primer lugar. Me reiré y sonreiré y dejaré que pienses que soy feliz todos los días: manteniéndome ocupado y esperando o trabajando por amor, o lo que sea; actuando para el público del día. Es lo que quieres oír. Para algunos, es lo que necesitan oír. Así que ignora todo esto. Sólo estoy teniendo un mal día. Mañana no me privaré, mañana volveré a ser tu niño del cartel.