7 formas de enfrentarse a las personas que quieren hundirte

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Fuente: SoNelly/

Por cada persona que busca la felicidad, hay una que niega que exista. La sola palabra desencadena a la gente, tanto a nivel visceral como en las altas planicies de la filosofía. Como en todo tema desencadenante, las opiniones se forman y se rigidizan rápidamente hasta convertirse en un muro de hormigón. Este post no intenta romper el muro de nadie, sino que ofrece apoyo a quienes se sienten desanimados por la negatividad de los demás. Ya es bastante difícil conseguir claridad sobre un asunto complejo. Luego, de diversas maneras y por múltiples razones, llegan las personas que destrozan tu felicidad. Descubramos cómo podrías responder a algunas de ellas:

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1. La miseria busca compañía.

Si todos los miembros de tu círculo más cercano te desean felicidad aunque se les escape, pasa al siguiente punto. Para el resto, recuerde que la rivalidad es habitual, manifestándose en sentimientos de molestia, exigencias desmedidas y juicios incesantes. La persona envidiosa no suele pensar en sí misma como envidiosa, pero puede poner los ojos en blanco cuando te ríes, cantas, silbas o compartes un éxito. Al sentirse abandonado, un hermano o colega puede cambiar de tema o señalar lo negativo cada vez que mencionas algo positivo. Las posibilidades de rivalidad son infinitas y debes descubrirlas. Una vez que seas consciente, tu respuesta tendrá que empezar internamente y puede que tenga que quedarse ahí. La competitividad forma parte de la vida. No hay nada más importante que aceptar las cosas como son. Deja ir y perdona. Piensa para ti mismo: “Es correcto y bueno ser feliz, incluso cuando a los demás les cuesta serlo también. Seré sensible a su dolor, pero eso no impedirá mi crecimiento. No esconderé mi luz bajo el celemín”

2. Proyección.

Otra reacción bastante primitiva a la felicidad es la proyección. Muchas personas civilizadas -alejadas de la naturaleza y la comunidad, sedentarias, privadas de sueño, intoxicadas con simples carbohidratos- son infelices. La depresión y la adicción a los analgésicos van en aumento. Muchos se sienten solos. Vemos lo que somos. Mientras que una persona puede esgrimir un argumento aparentemente intelectual (“La felicidad no existe por culpa de A, B y C”), puede estar informada por una nube oscura que duda de la existencia del cielo. En lugar de pensar: “Mi vida es dura y me siento condenado”, podría generalizar y pensar que la vida siempre es dura y que todo el género humano, si no todo el universo, está condenado. Las proyecciones son, por definición, inconscientes. Puede que le baste con saber esto para seguir adelante y abrazar la vida. A veces conviene señalar lo obvio y decir: “Sí, la vida puede ser muy dura, y muchos están condenados”. Esta afirmación verdadera hace dos cosas: dar alivio a la persona infeliz y crear distancia para que te desenredes de su dificultad. La capacidad de relacionarse de forma constructiva con los demás es el ingrediente más importante para la felicidad (véase “Los diez bloques de construcción de las conexiones” en Una teoría unificada de la felicidad). Pero a nadie le sirve que tú también te sientas condenado. Si asumes el estado de ánimo deprimido de la persona infeliz, sólo contribuyes a la oscuridad del mundo.

3. Repetición, repetición, repetición.

Aunque es probable que tu comprensión de la felicidad se base en un aprendizaje personal y complejo, estarás sometido a expresiones cansinas. Por ejemplo, cualquier persona remotamente interesada en el tema sabe que la felicidad no es sentirse bien perpetuamente, sino que incluye el trabajo duro, la aceptación del fracaso y la tristeza. El malestar, sin embargo, amortiguado por la perspectiva, forma parte de una vida plenamente comprometida. Pensamientos como éste no detienen al crítico “serio”, que debe educarle. Prepárate para soportar las interminables citas de “no persigas el arco iris”. Ten en cuenta que copiar a los demás es un método importante de aprendizaje, para todos nosotros. La gente prefiere este método a pensar las cosas por sí misma. La respuesta aquí debe ser simplemente: Paciencia, paciencia, paciencia.

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4. “Apunta al contentamiento, no a la felicidad”

La felicidad no existe sin tener la capacidad de contentarse dentro del momento presente, pero el contentamiento puede prescindir. Una persona feliz no sólo sonríe ante lo que es; de vez en cuando se ríe a carcajadas y emite, a la vez que se esfuerza por alcanzar metas y se involucra de lleno en relaciones desordenadas. Yo suelo responder: “Conténtate tú. Yo estaré contento y feliz”.

5. “La felicidad no es una meta significativa”

Este juicio proviene de pensadores escépticos que, irónicamente, no han reflexionado sobre esto. Que la felicidad sea o no una meta significativa depende seguramente de cómo se defina la felicidad. Si su definición se limita a la buena fortuna y a los sentimientos, tiene poco sentido. Por el contrario, si se trata de buscar la excelencia, ser una persona buena y cariñosa, o vivir una vida iluminada, se obtiene un gran significado. Ofrece tu definición de felicidad al escéptico. Si la ignora, se entretiene con un espectáculo en su cabeza en el que usted no desempeña ningún papel. Eso es una pena. Para él.

6. “La felicidad es una preocupación egoísta”

Esta percepción negativa debería corregirse fácilmente. La felicidad nunca es un espectáculo unipersonal, sino que nace del sentido de la relación. El aislamiento es para las ratas.

7. “La felicidad es una idiotez”

Muchos se disparan cuando se trata de la felicidad, pero los incontenidos entre nosotros podrían perderla. Cuando los hombres (en su mayoría), emparejan la agresividad bruta con la confianza, hablan como les da la gana. Hoy en día, los excesivamente agresivos se creen en oposición a lo políticamente correcto, una excusa poco convincente. Toma nota de la falta de modales y pide una elección de palabras más constructiva. Sé asertivo sin convertirte tú mismo en una persona grosera, ya que de lo contrario te unes a su infelicidad. Si todo lo demás falla, prepárate para retirarte. La felicidad incluye la voluntad de establecer límites y decir: “No, en nombre del amor”.

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Me inclino ante quienes reclaman su derecho a vivir una vida plenamente comprometida. Mantente fuerte frente a la negatividad. Y cuando toque la tuya, toma conciencia, quédate con ella, haz lo que puedas y déjala pasar.

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