Es como el fútbol con coches de carreras. Ese es el argumento de Rocket League, del estudio de San Diego Psyonix, un alocado derbi de demolición de balones para PC y PlayStation 4. El juego llegó sin ceremonias hace dos semanas, pero ya ha conseguido más de 5.000 críticas “abrumadoramente positivas” en Steam. Ahora todo el mundo habla de él.
Imagina a Hot Wheels con algo parecido a la física de la gravedad lunar: enjambres de dragsters personalizables propulsados por cohetes que pueden saltar en el aire como ultraligeros. Los jugadores se deslizan o se elevan sobre campos futuristas de césped artificial con una extraña simbología y encerrados en cúpulas hexagonales translúcidas. El objetivo: perseguir un balón gigantesco (más grande que los propios vehículos) y lanzarlo contra los postes de la portería. Y, al igual que en el fútbol, se trata de perfeccionar las asistencias y las paradas, pero con un tipo de elegancia exagerada que es como ver a bailarines de ballet de cuatro ruedas deslizarse, caer en picado y hacer piruetas.
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Es raro, sin duda, y al principio tiende a jugarse de forma tan extraña como suena. Averiguar cómo aprovechar mejor las sutiles variaciones en la masa y el impulso de los vehículos se convierte en algo tan esencial como averiguar las diferencias estadísticas entre los mejores futbolistas en FIFA 15. Pero una vez que te haces con los controles -y lo harás, es sólo cuestión de que tu cerebro haga esa cosa que hacen los cerebros cuando se recalibran a la física de la alt-gravedad- se convierte en algo natural. Acrobacias que parecen imposibles en los clips, como saltar en el aire, rebotar en la cúpula y atravesar el campo, y luego dar la vuelta a tu trasero en el último momento para golpear el balón cuando cruza tu trayectoria y marcar un gol, se convierten en algo eminentemente posible.
Rocket League, cabe mencionar, es una especie de secuela de un juego de 2008 torpemente titulado Supersonic Acrobatic Rocket-Powered Battle-Cars. Pero este último solo estaba disponible para PlayStation 3, y no generó el revuelo de la crítica que ha recibido Rocket League. Además, Rocket League es compatible con el juego multiplataforma, lo que permite a los jugadores de PlayStation 4 y Windows enfrentarse en todos los ecosistemas.
Piénsalo como el fútbol sin ataduras, y como otro ejemplo del poder de los juegos para dar vida a ideas totalmente ridículas (que resultan ser bastante buenas).
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