Anne Frank fue una adolescente judía-alemana que se vio obligada a esconderse en la Amsterdam holandesa ocupada por los nazis durante el Holocausto. Poco después de recibir un diario por su decimotercer cumpleaños, la niña comenzó a registrar entradas el 14 de junio de 1942, y continuó escribiendo sus impresiones mientras estaba confinada con su familia y otros cuatro fugitivos mientras se escondían detrás de una estantería en un ático oculto en el edificio de oficinas de su padre.
Las entradas de la joven se hicieron en forma de cartas a varios amigos imaginarios y también empleó seudónimos para ocultar las identidades de sus compañeros fugitivos y cómplices. Como muchos otros adolescentes normales, Ana agonizaba por sus sentimientos conflictivos hacia su familia y un posible interés romántico, así como por sus pensamientos cambiantes sobre la vida. Pero su extraordinaria profundidad y su fina habilidad literaria, combinadas con su optimismo ante tanta adversidad, convirtieron su relato en un tesoro literario e histórico.
“Es una maravilla que no haya abandonado todos mis ideales”, escribió poco antes de su arresto,
que parecen tan absurdos y poco prácticos. Sin embargo, me aferro a ellos porque sigo creyendo, a pesar de todo, que la gente es verdaderamente buena de corazón… Veo que el mundo se transforma lentamente en un desierto, oigo el trueno que se acerca y que, un día, nos destruirá a nosotros también, siento el sufrimiento de millones de personas. Y sin embargo, cuando miro al cielo, de alguna manera siento que todo cambiará para mejor, que esta crueldad también terminará, que la paz y la tranquilidad volverán una vez más.
Anne acabaría pasando dos años y un mes encerrada en el escondite, antes de que el grupo fuera traicionado y enviado a los campos de concentración. De las ocho personas escondidas en el ático, sólo su padre sobreviviría. Ana sucumbió al tifus en Belsen-Belsen en marzo de 1945. Tenía sólo quince años.
Un amigo de la familia recuperó más tarde el diario del desván y se lo regaló al padre de Ana después de la guerra. Al leerlo, Otto Frank se empeñó en publicarlo.
El diario apareció por primera vez en Ámsterdam en 1947 y posteriormente se publicó en Estados Unidos y el Reino Unido con el título de Ana Frank: El diario de una joven en 1952. Su inmensa popularidad inspiró premiadas versiones teatrales y cinematográficas.
Hasta la fecha, el libro ha vendido más de 30 millones de ejemplares en 67 idiomas. El manuscrito original fue legado al Instituto Holandés de Documentación de Guerra.
Este artículo es un extracto del libro de Scott Christianson “100 Documents That Changed The World”, disponible el 10 de noviembre.
100 documentos que cambiaron el mundo
Un recorrido por la historia del mundo a través de las declaraciones, manifiestos y acuerdos desde la Carta Magna y la Declaración de Independencia hasta Wikileaks.
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