¿Deben los adultos ser animadores de nuestros adolescentes? Las opiniones están divididas. Algunos investigadores sostienen que los elogios ayudan a cultivar la motivación intrínseca, mientras que otros dicen que la socavan al introducir una recompensa extrínseca. Sin embargo, hay un área de consenso: la utilidad de los elogios depende de cómo se hagan. En concreto, los elogios fomentan la motivación intrínseca cuando son sinceros, celebran el esfuerzo y no el talento (“has trabajado muy duro”, frente a “eres muy inteligente”) y comunican ánimo, no presión (“lo estás haciendo muy bien”, frente a “lo estás haciendo muy bien, como esperaba que lo hicieras”).
Este es un año tan duro. Mientras lo hagamos bien, no hay razón para que los adultos sean tacaños con los elogios.
Por último, la motivación intrínseca es casi imposible de reunir para el material que se siente fuera de alcance. Los profesores y los padres deben vigilar de cerca a los estudiantes que se retiran porque se sienten perdidos y trabajar para recalibrar el material o las expectativas.
Saber cuándo utilizar la motivación extrínseca
Seamos sinceros: los adultos trabajadores y concienzudos a menudo dependen de los motivadores extrínsecos, incluso cuando aman su trabajo. El trabajo atractivo puede ser su propia recompensa la mayor parte del tiempo, pero a veces mantenemos nuestras narices en la piedra de afilar sólo con el incentivo de una taza de café, un poco de chocolate, una lista de tareas pendientes vencida, o todo lo anterior. Los adultos solemos tener estrategias refinadas para superar nuestro trabajo y, como primer paso, deberíamos hablar abiertamente con los adolescentes sobre las tácticas que empleamos cuando la motivación intrínseca no se produce.
Además, los adolescentes y los padres pueden pensar juntos en estrategias para ayudar a afrontar una larga lista de tareas. ¿Ayudaría que uno de los padres trabajara cerca en silencio y en solidaridad? ¿Le gustaría al adolescente estudiar en intervalos de 25 minutos seguidos de descansos de cinco minutos para estirarse, merendar o consultar las redes sociales? La promesa de poder elegir la película familiar del fin de semana, ¿podría hacer más llevadera esa última parte del trabajo?
Los adultos deberían estar preparados para tomar distancia y admirar las fantásticas soluciones que los jóvenes encuentran por sí mismos. Algunos adolescentes se ponen manos a la obra con la ayuda de un compañero de estudio de YouTube, otros se aferran a la zanahoria de un videojuego o corren una vez terminada la tarea.
Recientemente supe de una alumna de 10º curso que hace vídeos en time-lapse de sí misma mientras hace los deberes. Saber que está en la cámara la mantiene concentrada, y tener un registro de sus esfuerzos (y las divertidas caras que pone mientras se concentra) resulta ser una poderosa recompensa. Aunque la motivación intrínseca tiene sus ventajas, no hay que avergonzarse del juego de la motivación externa. Se trata de hacer el trabajo.