Candace y Jeane Newmaker viajaron a Evergreen, Colorado, en abril de 2000, para recibir una sesión “intensiva” de dos semanas de terapia de apego por valor de 7.000 dólares con Connell Watkins (que no tenía licencia) por recomendación de William Goble, un psicólogo con licencia en Carolina del Norte.
Candace murió durante la segunda semana de las sesiones intensivas con Watkins durante lo que se ha llamado una sesión de “renacimiento”. En la sesión fatal participaron como terapeutas Watkins y Julie Ponder, también sin licencia, junto con los “padres adoptivos terapéuticos” de Candace, Brita St. Clair, Jack McDaniel y Jeane Newmaker.
Siguiendo el guión del tratamiento de ese día, se envolvió a Candace en una sábana de franela y se la cubrió con almohadas para simular un útero o un canal de parto y se le dijo que luchara por salir de él, con la aparente expectativa de que la experiencia la ayudara a “apegarse” a su madre adoptiva. Cuatro de los adultos (que pesaban un total de 673 libras) utilizaron sus manos y pies para empujar la cabeza, el pecho y el cuerpo de Candace, de 70 libras, para resistir sus intentos de liberarse, mientras ella se quejaba, suplicaba e incluso gritaba pidiendo ayuda y aire, incapaz de escapar de la sábana. Candace declaró once veces durante la sesión que se estaba muriendo, a lo que Ponder respondió: “Adelante. Muérete ahora mismo, de verdad. De verdad”. A los veinte minutos de la sesión, Candace había vomitado y excretado dentro de la sábana; no obstante, la mantuvieron sujeta dentro.
A los cuarenta minutos de la sesión, le preguntaron a Candace si quería renacer. Ella respondió débilmente “no”; ésta sería finalmente su última palabra. A esto, Ponder respondió: “¡Renuncia, renuncia, renuncia, renuncia! Renuncia, renuncia, renuncia, renuncia. Es una renunciante”. A Jeane Newmaker, que dijo más tarde que se sentía rechazada por la incapacidad de Candace para renacer, Watkins le pidió que saliera de la habitación, para que Candace no “captara la pena (de Jeane)”. Poco después, Watkins pidió lo mismo a McDaniel y a Brita St. Clair, dejando sólo a ella y a Ponder en la habitación con Candace. Después de hablar durante cinco minutos, las dos desenvolvieron a Candace y comprobaron que estaba inmóvil, con las puntas de los dedos y los labios azules y sin respirar. Al ver esto, Watkins declaró: “Oh, ahí está; está durmiendo en su vómito”, ante lo cual Newmaker, que había estado observando en un monitor en otra habitación, se apresuró a entrar en la habitación, observó el color de Candace y comenzó la reanimación cardiopulmonar mientras Watkins llamaba al 9-1-1. Cuando los paramédicos llegaron diez minutos después, McDaniel les dijo que Candace se había quedado sola durante cinco minutos en una sesión de renacimiento y que no respiraba. Los paramédicos supusieron que Candace había estado inconsciente y posiblemente sin respirar durante algún tiempo. Los paramédicos lograron restablecer el pulso de la niña y la trasladaron en helicóptero a un hospital de Denver; sin embargo, al día siguiente se declaró su muerte cerebral como consecuencia de la asfixia.
Toda la sesión fatal, así como diez horas de otras sesiones de los días anteriores, habían sido grabadas en vídeo como parte del tratamiento de Watkins. Todos los vídeos se mostraron en el juicio de Watkins y Ponder.