Antecedentes: La reducción cerrada y la colocación de clavos percutáneos en las fracturas proximales inestables del húmero es una técnica bien descrita con algunas ventajas teóricas sobre las técnicas abiertas. Hasta donde sabemos, no se ha estudiado el riesgo de lesión de las estructuras neurovasculares por la colocación de clavos percutáneos en la parte proximal del húmero. Hemos tratado de cuantificar este riesgo utilizando un modelo cadavérico.
Métodos: En diez hombros cadavéricos recién congelados, la parte proximal intacta del húmero se fijó con clavos bajo guía fluoroscópica con el uso de una técnica idéntica a la publicada. En cada hombro se utilizó un total de cinco clavos AO de 2,5 mm con rosca terminal, incluidos dos laterales, uno anterior y dos de la tuberosidad mayor. A continuación, se diseccionaron las muestras para determinar la distancia de cada clavija a las estructuras neurovasculares adyacentes, así como las relaciones anatómicas clave.
Resultados: Los clavos laterales proximales estaban situados a una distancia media de 3 mm de la rama anterior del nervio axilar. Se observó que cuatro de los veinte clavos laterales penetraban en el cartílago articular de la cabeza del húmero. Los clavos anteriores estaban situados a una distancia media de 2 mm del tendón de la cabeza larga del bíceps (perforando el tendón en tres especímenes) y de 11 mm de la vena cefálica (perforando la vena en un espécimen). Los clavos de la tuberosidad proximal se encontraban a una distancia media de 6 y 7 mm del nervio axilar y de la arteria circunfleja posterior del húmero (tentando las estructuras en dos especímenes con rotación interna), respectivamente. Estos clavos se alejaron del nervio con la rotación externa del húmero.
Conclusiones: La técnica utilizada en este estudio puede estar asociada a un riesgo de lesión de estructuras anatómicas importantes sobre el hombro. Los clavos laterales deben estar lo suficientemente distales para evitar la lesión de la rama anterior del nervio axilar, y deben obtenerse múltiples vistas fluoroscópicas para evitar la penetración del cartílago de la cabeza del húmero. Puede haber un riesgo de lesión de la vena cefálica, el tendón del bíceps y el nervio musculocutáneo con el uso de clavos anteriores, y estos clavos deben emplearse con precaución. Los clavos de la tuberosidad mayor deben colocarse con el brazo en rotación externa, deben dirigirse a un punto situado a 20 mm de la cara inferior de la cabeza del húmero y no deben penetrar demasiado en la corteza.