En sus últimos meses, la casa del Sr. Jobs -una casa de ladrillo grande y cómoda pero relativamente modesta en un barrio residencial- estaba rodeada de guardias de seguridad. La puerta de su casa estaba flanqueada por dos todoterrenos negros.
El jueves, mientras se multiplicaban los elogios en Internet y las paredes de las tiendas de Apple en Taiwán, Nueva York, Shanghái y Fráncfort se empapelaban con tarjetas dibujadas a mano, los todoterrenos se retiraron y la acera se llenó de gente.La acera de su casa se convirtió en una guirnalda de ramos de flores, velas y una pila de manzanas, cada una con un bocado cuidadosamente retirado.
“Todo el mundo quería siempre un trozo de Steve”, dijo un conocido que, en las últimas semanas del Sr. Jobs, fue rechazado cuando buscó una oportunidad para despedirse. “Creó todas estas capas para protegerse de los fanáticos y de las expectativas de otras personas y de las distracciones que han destruido tantas otras empresas.
“Pero una vez que te has ido, perteneces al mundo”
El biógrafo del Sr. Jobs, el Sr. Isaacson, cuyo libro se publicará en dos semanas, le preguntó por qué un hombre tan privado había consentido las preguntas de alguien que escribía un libro. “Quería que mis hijos me conocieran”, respondió el Sr. Jobs, escribió el jueves el Sr. Isaacson en un ensayo en Time.com. “No siempre estuve ahí para ellos, y quería que supieran por qué y que entendieran lo que hice”.
Debido a esa privacidad, poco se sabe aún de lo que los herederos del señor Jobs harán con su riqueza. A diferencia de muchos empresarios prominentes, nunca ha revelado sus planes de donar grandes cantidades a la caridad. Sus acciones en Disney, que el Sr. Jobs adquirió cuando la empresa de entretenimiento compró su compañía de películas de animación, Pixar, tienen un valor de unos 4.400 millones de dólares. Esta cifra duplica el valor de 2.100 millones de dólares de sus acciones en Apple, lo que quizá sorprenda, ya que es más conocido por la empresa de informática que fundó.
El énfasis del Sr. Jobs en el secreto, dicen sus conocidos, lo llevó a rehuir las grandes donaciones públicas. En un momento dado, el fundador de Microsoft, Bill Gates, le pidió que donara la mayor parte de su patrimonio a la filantropía, junto con varios ejecutivos prominentes como el Sr. Gates y Warren E. Buffett. Pero el Sr. Jobs se negó, según una persona con conocimiento directo de la decisión del Sr. Jobs.