Convertirse en un “Cushie” y dar el primer paso en mi viaje de curación

Siempre he sido una chica ansiosa. Tenía amigos cuando crecía, pero tendía a quedarme cerca de mis padres y a pasar tiempo con los adultos en lugar de reunirme con niños de mi edad. Con los años, mi ansiedad empeoró y también desarrollé depresión. Pero a pesar de mis dificultades, sacaba buenas notas en el colegio y participaba en actividades extraescolares: Era miembro del equipo de natación y tomaba clases de piano y karate. Todo cambió durante mis dos últimos años de universidad, cuando la vida que conocía empezó a desmoronarse.

Me llamo Katherine, me llaman “Kat”, y tenía el síndrome de Cushing. Digo “tenía” porque, técnicamente, estoy curada. Mis niveles de cortisol son normales y no tengo limitaciones físicas. He llamado a mi columna “Perpetuamente Cushie” porque mi experiencia con este trastorno ha cambiado mi vida para siempre.

Tenía 10 años cuando observé mi primer signo de la enfermedad de Cushing. En un viaje de acampada con mis padres y mi mejor amigo, mientras llevaba puesto mi traje de baño, noté unas líneas largas y violáceas en la parte interior de mis muslos. Las señalé, pero no le dimos importancia. Reflexionando sobre ello ahora, me doy cuenta de que era inusual que una niña de 10 años con un peso corporal medio tuviera estrías.

Durante mi segundo año de universidad, desarrollé otros signos físicos. Empecé a ganar peso. Era activo y había podido comer lo que quería. Sin embargo, ese año aumenté de peso, pero lo atribuí a los “15 años del primer año”. Gané más peso y desarrollé un acné severo después de años de tener un cutis claro. Me sentía continuamente mareada al sentarme, pararme, caminar, mover la cabeza o quedarme quieta. Mi sensación de mareo no cambiaba según mis niveles de hambre, sed o cansancio. Estaba fatigado y experimentaba “niebla cerebral”, lo que dificultaba cada vez más la concentración en la escuela. Tenía problemas para dormir y necesitaba levantarme muchas veces durante la noche para ir al baño.

Mis síntomas empeoraron, lo que me obligó a mudarme a casa durante mi último año. Aumenté de peso, dormía menos y empecé a tener migrañas diarias. Me dolía todo, me dolían todas las articulaciones del cuerpo. Empecé a hacer ejercicio para intentar perder peso y comía poco, pero no conseguía bajar los kilos de más. Con el tiempo me debilité tanto que no podía caminar en la cinta de correr. Pronto mi madre tuvo que ayudarme a salir de la cama por las mañanas.

A medida que mi actividad física disminuía, pasé de restringir mi consumo de alimentos a ser incapaz de controlar mi hambre incesante. Estaba voraz, comía con frecuencia y consumía porciones más grandes que mi padre a la hora de cenar. Pasé de pesar 110 libras a 180 – gané las últimas 20 en un mes. Un síntoma extraño que sigue sin explicación fue la extrema sensibilidad dental. No podía respirar por la boca en una habitación a temperatura media sin lagrimear de dolor.

Mis manos temblaban incontrolablemente – un síntoma que finalmente arrojaría luz sobre mi enfermedad. Todos los médicos a los que había consultado sobre mis síntomas durante ese año decían que sufría ansiedad y depresión. Mis antecedentes de ansiedad no ayudaban a mi caso, pero sabía que pasaba algo más. Durante una visita al médico, cuando le llamé la atención sobre los temblores de mis manos -debidos al exceso de cortisol-, me hizo un examen físico.

Por primera vez, un médico me vio sin jersey y con el pelo largo ocultando mi cuello. Observó la forma de mi cuerpo, que tenía la típica “joroba de búfalo” y la “cara de luna”, la acumulación de grasa en el tronco y las bolsas de grasa supraclaviculares. Me sugirió que acudiera a un endocrinólogo.

Su derivación marcó el primer paso de mi viaje de curación, cuando empecé a sentirme de nuevo como yo mismo.

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Nota: Cushing’s Disease News es estrictamente un sitio web de noticias e información sobre la enfermedad. No proporciona consejos médicos, diagnósticos o tratamientos. Este contenido no pretende sustituir el consejo médico, el diagnóstico o el tratamiento de un profesional. Busque siempre el consejo de su médico u otro proveedor de salud calificado para cualquier pregunta que pueda tener con respecto a una condición médica. Nunca ignore el consejo médico profesional ni se demore en buscarlo por algo que haya leído en este sitio web. Las opiniones expresadas en esta columna no son las de Cushing’s Disease News ni las de su empresa matriz, BioNews Services, y están destinadas a suscitar el debate sobre temas relacionados con el Cushing.

  • Detalles del autor

Kat asistió a la Universidad de Nevada, Reno, y se graduó en 2015 con una licenciatura en patología del habla. Sufrió el síndrome de Cushing durante toda la universidad y se liberó de él en 2015. Su ambición es concienciar sobre esta enfermedad y ayudar a otros a ganar confianza para hacerse cargo de su salud.
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Kat asistió a la Universidad de Nevada, Reno, y se graduó en 2015 con una licenciatura en patología del habla. Sufrió el síndrome de Cushing durante toda la universidad y se liberó de él en 2015. Su ambición es concienciar sobre esta enfermedad y ayudar a otros a ganar confianza para hacerse cargo de su salud.

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