En una noche clara, es posible que puedas mirar hacia arriba y divisar una cadena curva de estrellas enclavada entre Libra y Sagitario. Según la leyenda griega, Artemisa, la diosa de los animales salvajes, envió un escorpión para matar al cazador Orión. Por esa razón, la constelación de Escorpio fue colocada estratégicamente en los cielos en el extremo opuesto del horizonte de la constelación de Orión, como si lo persiguiera eternamente.

Las menciones a los escorpiones se remontan a algunos de los mitos más antiguos que se conocen, ya que se calcula que la especie ha sobrevivido durante 450 millones de años. La forma distintiva de su cuerpo y su aguijón puntiagudo han hecho que los escorpiones tengan una reputación negativa durante milenios, asociándose comúnmente con el mal y el caos. Irónicamente, de las 1.300 especies de escorpiones conocidas y repartidas por todo el mundo, menos de 40 poseen un veneno lo suficientemente potente como para matar a un ser humano. Esas especies peligrosas se encuentran en Oriente Medio, África, México, Sudamérica e India. Pero eso no significa que los escorpiones no inflijan su cuota de dolor. Se calcula que cada año mueren 5.000 personas por causas relacionadas con los escorpiones.

El escorpión es un miembro de la familia de los arácnidos y está estrechamente relacionado con las arañas, los ácaros y las garrapatas. Los arácnidos tienen cuatro pares de patas y dos segmentos corporales: un cefalotórax y un abdomen. Sus cuerpos están recubiertos de un exoesqueleto hecho de una sustancia llamada quitina. Una cualidad peculiar de ese caparazón externo hace que los escorpiones sean fáciles de detectar en la oscuridad. Debido a una sustancia química desconocida en la quitina, si se ilumina a un escorpión con una luz ultravioleta por la noche, su cuerpo se vuelve fluorescente o brillante. Su cola está dividida en cinco segmentos (que terminan con el aguijón venenoso), y en el extremo opuesto de su cuerpo, el escorpión tiene un conjunto de pinzas parecidas a las de un cangrejo, llamadas pedipalpos, que utiliza para agarrar y aplastar a su presa.

Pero el escorpión no tiene que utilizar su robusta armadura muy a menudo para capturar comida. Al igual que el paciente pescador que se sienta tranquilamente durante horas a esperar un bocado en su línea, el escorpión es un maestro de la espera de la comida.