“Los recuerdos son lo que somos”, dice Huganir. “Pero crear recuerdos es también un proceso biológico”. Este proceso plantea muchas preguntas. ¿Cómo afecta el proceso a nuestro cerebro? ¿Cómo cambian las experiencias y el aprendizaje las conexiones de nuestro cerebro y crean recuerdos?
Estas son sólo algunas de las cuestiones que Huganir y sus colegas están estudiando. Su trabajo podría conducir a nuevos tratamientos para el síndrome de estrés postraumático, así como a formas de mejorar la memoria en personas con demencia y otros problemas cognitivos.
Memoria: Todo es cuestión de conexiones
Cuando aprendemos algo -incluso algo tan simple como el nombre de alguien- formamos conexiones entre las neuronas del cerebro. Estas sinapsis crean nuevos circuitos entre las células nerviosas, lo que esencialmente remodela el cerebro. El gran número de conexiones posibles confiere al cerebro una flexibilidad insondable: cada una de las 100.000 millones de células nerviosas del cerebro puede tener 10.000 conexiones con otras células nerviosas.
Estas sinapsis se hacen más fuertes o más débiles dependiendo de la frecuencia con la que estemos expuestos a un evento. Cuanto más nos expongamos a una actividad (como un golfista que practica un swing miles de veces), más fuertes serán las conexiones. Sin embargo, cuanto menos expuestos estemos, más débil es la conexión, razón por la cual es tan difícil recordar cosas como los nombres de las personas después de la primera presentación.
“Lo que hemos tratado de averiguar es cómo ocurre esto, y cómo se fortalecen las sinapsis a nivel molecular”. dice Huganir.
Nuevos descubrimientos en la memoria
Muchos de los interrogantes de la investigación en torno a la memoria pueden tener respuesta en las complejas interacciones entre ciertas sustancias químicas del cerebro -en particular el glutamato- y los receptores neuronales, que desempeñan un papel crucial en la señalización entre las células cerebrales. Huganir y su equipo descubrieron que cuando los ratones se exponen a acontecimientos traumáticos, el nivel de receptores neuronales para el glutamato aumenta en las sinapsis de la amígdala, el centro del miedo del cerebro, y codifica el miedo asociado al recuerdo. Sin embargo, si se eliminan esos receptores, se reduce la fuerza de esas conexiones, lo que básicamente borra el componente de miedo del trauma pero deja el recuerdo.
Ahora Huganir y su laboratorio están desarrollando fármacos dirigidos a esos receptores. La esperanza es que la inactivación de los receptores podría ayudar a las personas con síndrome de estrés postraumático al reducir el miedo asociado a un recuerdo traumático, mientras que su fortalecimiento podría mejorar el aprendizaje, sobre todo en personas con disfunción cognitiva o enfermedad de Alzheimer.