Diabetes mellitus, insulinodependiente, 20

Resumen

La diabetes tipo 1 es un trastorno caracterizado por niveles anormalmente altos de azúcar en sangre. En esta forma de diabetes, unas células especializadas del páncreas llamadas células beta dejan de producir insulina. La insulina controla la cantidad de glucosa (un tipo de azúcar) que pasa de la sangre a las células para su conversión en energía. La falta de insulina provoca la incapacidad de utilizar la glucosa para obtener energía o de controlar la cantidad de azúcar en la sangre.La diabetes de tipo 1 puede aparecer a cualquier edad, desde la primera infancia hasta el final de la edad adulta. Los primeros signos y síntomas del trastorno están causados por el alto nivel de azúcar en la sangre y pueden incluir micción frecuente (poliuria), sed excesiva (polidipsia), fatiga, visión borrosa, hormigueo o pérdida de sensibilidad en las manos y los pies, y pérdida de peso. Estos síntomas pueden reaparecer durante el transcurso del trastorno si el azúcar en sangre no está bien controlado por la terapia de sustitución de la insulina. Un control inadecuado también puede hacer que los niveles de azúcar en sangre sean demasiado bajos (hipoglucemia). Esto puede ocurrir cuando las necesidades del cuerpo cambian, como durante el ejercicio o si se retrasa la alimentación. La hipoglucemia puede provocar dolor de cabeza, mareos, hambre, temblores, sudoración, debilidad y agitación.La diabetes tipo 1 no controlada puede provocar una complicación potencialmente mortal llamada cetoacidosis diabética. Sin insulina, las células no pueden absorber la glucosa. La falta de glucosa en las células hace que el hígado intente compensar liberando más glucosa en la sangre, y el nivel de azúcar en sangre puede llegar a ser extremadamente alto. Las células, incapaces de utilizar la glucosa de la sangre para obtener energía, responden utilizando grasas en su lugar. La descomposición de las grasas para obtener energía produce unos productos de desecho denominados cetonas, que pueden acumularse hasta niveles tóxicos en las personas con diabetes de tipo 1, lo que da lugar a la cetoacidosis diabética. Las personas afectadas pueden empezar a respirar rápidamente, desarrollar un olor afrutado en el aliento y experimentar náuseas, vómitos, enrojecimiento facial, dolor de estómago y sequedad de boca (xerostomía). En casos graves, la cetoacidosis diabética puede llevar al coma y a la muerte.A lo largo de muchos años, el alto nivel crónico de azúcar en sangre asociado a la diabetes puede dañar los vasos sanguíneos y los nervios, provocando complicaciones que afectan a muchos órganos y tejidos. La retina, que es el tejido sensible a la luz situado en la parte posterior del ojo, puede resultar dañada (retinopatía diabética), lo que conduce a la pérdida de visión y a la ceguera. También pueden producirse daños en los riñones (nefropatía diabética), que pueden conducir a la insuficiencia renal y a la enfermedad renal terminal (ESRD). A menudo se produce dolor, hormigueo y pérdida de la sensibilidad normal (neuropatía diabética), especialmente en los pies. El deterioro de la circulación y la ausencia de las sensaciones normales que hacen reaccionar a las lesiones pueden provocar daños permanentes en los pies; en casos graves, el daño puede llevar a la amputación. Las personas con diabetes de tipo 1 también corren un mayor riesgo de sufrir infartos de miocardio, derrames cerebrales y problemas con la función urinaria y sexual. more

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