Este artículo examina las características típicas y las consecuencias constitucionales de un fenómeno en gran medida ignorado que denomino “golpe de estado democrático”. Hasta la fecha, la literatura jurídica académica ha analizado todos los golpes militares bajo un marco antidemocrático. Ese marco convencional considera que los golpes militares son totalmente antidemocráticos y asume que todos los golpes son perpetrados por oficiales militares ávidos de poder que buscan deponer los regímenes existentes para gobernar sus naciones indefinidamente. Por lo tanto, según la visión predominante, todos los golpes militares constituyen una afrenta a la estabilidad, la legitimidad y la democracia. Este artículo, que se basa en el trabajo de campo que realicé en Egipto y Turquía en 2011, cuestiona esa visión convencional y sus supuestos subyacentes. El artículo sostiene que, aunque todos los golpes militares tienen características antidemocráticas, algunos golpes promueven más la democracia que otros porque responden a la oposición popular contra regímenes autoritarios o totalitarios, derrocan esos regímenes y facilitan la celebración de elecciones libres y justas.
Después de un golpe democrático, los militares gobiernan temporalmente la nación como parte de un gobierno provisional hasta que se celebren elecciones democráticas. A lo largo del proceso de transición democrática, los militares se comportan como un actor interesado y afianzan, o intentan afianzar, sus preferencias políticas en la nueva constitución redactada durante la transición. El afianzamiento constitucional puede producirse de tres maneras: procesal, sustantiva e institucional. El artículo utiliza tres estudios de caso comparativos para ilustrar el fenómeno del golpe democrático y la tesis del afianzamiento constitucional: (1) el golpe militar de 1960 en Turquía, (2) el golpe militar de
1974 en Portugal, y (3) el golpe militar de 2011 en Egipto.
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