Ya se trate de una simple riña con su cónyuge o de un antiguo resentimiento hacia un miembro de la familia o un amigo, los conflictos no resueltos pueden ser más profundos de lo que usted cree: pueden estar afectando a su salud física. La buena noticia es que los estudios han demostrado que el acto de perdonar puede ser muy beneficioso para la salud, ya que reduce el riesgo de infarto, mejora los niveles de colesterol y el sueño, y reduce el dolor, la presión arterial y los niveles de ansiedad, depresión y estrés. Y las investigaciones apuntan a un aumento de la conexión entre el perdón y la salud a medida que se envejece.
“El hecho de sentirse herido y decepcionado supone una enorme carga física”, afirma la doctora Karen Swartz, directora de la Clínica de Consulta para Adultos con Trastornos del Estado de Ánimo del Hospital JohnsHopkins. El enfado crónico te pone en modo de lucha o huida, lo que provoca numerosos cambios en el ritmo cardíaco, la presión arterial y la respuesta inmunitaria. Estos cambios aumentan el riesgo de depresión, enfermedades cardíacas y diabetes, entre otras afecciones. El perdón, sin embargo, calma los niveles de estrés y mejora la salud.
¿Puedes aprender a perdonar más?
El perdón no consiste sólo en decir las palabras. “Se trata de un proceso activo en el que se toma la decisión consciente de dejar de lado los sentimientos negativos, tanto si la persona se lo merece como si no”, dice Swartz. Al soltar la ira, el resentimiento y la hostilidad, empiezas a sentir empatía, compasión y a veces incluso afecto por la persona que te ha hecho daño.
Los estudios han descubierto que algunas personas son más indulgentes por naturaleza, por lo que tienden a estar más satisfechas con sus vidas y a tener menos depresión, ansiedad, estrés, ira y hostilidad. Sin embargo, las personas que se aferran a los rencores tienen más probabilidades de sufrir depresión severa y trastorno de estrés postraumático, así como otros problemas de salud. Pero eso no significa que no puedan entrenarse para actuar de forma más saludable. De hecho, el 62% de los adultos estadounidenses dicen que necesitan más perdón en sus vidas personales, según una encuesta realizada por el Instituto Fetzer, una organización sin ánimo de lucro.
Hacer del perdón parte de tu vida
El perdón es una elección, dice Swartz. “Estás eligiendo ofrecer compasión y empatía a la persona que te hizo daño”. Los siguientes pasos pueden ayudarle a desarrollar una actitud más indulgente, y a beneficiarse de una mejor salud emocional y física.
Reflexione y recuerde.
Eso incluye los acontecimientos en sí, y también cómo reaccionó, cómo se sintió, y cómo la ira y el dolor le han afectado desde entonces.
Empatía con la otra persona.
Por ejemplo, si su cónyuge creció en una familia alcohólica, entonces el enfado cuando se toma demasiadas copas de vino puede ser más comprensible, dice Swartz.
Perdonar profundamente.
El simple hecho de perdonar a alguien porque cree que no tiene otra alternativa o porque piensa que su religión lo exige puede ser suficiente para lograr cierta curación. Pero un estudio descubrió que las personas cuyo perdón provenía en parte de la comprensión de que nadie es perfecto eran capaces de reanudar una relación normal con la otra persona, incluso si ésta nunca se disculpaba. Aquellos que sólo perdonaron en un esfuerzo por salvar la relación terminaron con una relación peor.
Deja de lado las expectativas.
Una disculpa no puede cambiar tu relación con la otra persona ni tampoco una disculpa de ella. Si no esperas ninguna de las dos cosas, no te sentirás decepcionado.
Decide perdonar.
Una vez que tomes esa decisión, séllala con una acción. Si no te sientes bien, puedes hablar con la persona que te ha hecho daño, escribir tu perdón en un diario o incluso hablar de ello con otra persona de tu vida en la que confíes.
Perdónate a ti mismo.
El acto de perdonar incluye perdonarte a ti mismo. Por ejemplo, si su cónyuge tuvo una aventura, reconozca que la aventura no es un reflejo de su valor, dice Swartz.