Amo a mis padres. De hecho, pasé toda mi vida buscando la aprobación y el amor de mis padres, pero nunca lo recibí. En cambio, experimenté el dolor de desempeñar el papel de chivo expiatorio en la familia, siendo culpada por cosas triviales como los errores y las elecciones de mis hermanos, a pesar de intentar ser una buena hija para ellos.
Cuando crecí, sacaba buenas notas y escuchaba y obedecía a mis padres. Y sin embargo, nunca obtuve ese amor o aprobación que siempre había buscado encontrar en ellos. Una de las experiencias más dolorosas que he sentido fue que me dijeran quién era su hijo favorito. Tener que vivir con ese tipo de rechazo de tus padres duele mucho y, por desgracia, es el tipo de rechazo con el que tendré que vivir permanentemente.
Dicen que un hijo es el regalo más preciado que un padre puede recibir. Por lo tanto, a los niños hay que hacerles sentir que son especiales. En cambio, a algunos nos tocan padres que nos hacen sentir menos queridos. A veces nos tocan padres que nos hacen sentir que tenemos que competir por su amor. A veces, nos tocan padres que, desgraciadamente, juegan al favoritismo.
El favoritismo es mostrar su simpatía o afinidad hacia un hijo más que el otro. Este comportamiento de los padres a veces puede ser involuntario, mientras que algunos padres son mucho más descarados al respecto que otros.
Algunas de las cosas que pasan por la mente de un niño (basadas en la experiencia) cuando sus padres son descarados a la hora de jugar al favoritismo pueden resultar perjudiciales.
Sentirse como el segundo mejor
Cuando los padres prestan más atención a los logros de un hijo que a los de otro, se hace sentir al niño como si fuera el segundo mejor, lo que en mi opinión no es saludable porque puede conducir a una baja autoestima. Vivir a la sombra de otro es devastador.
Sentimientos de abandono
Ser descuidado es otra emoción que uno experimenta cuando sus padres juegan al favoritismo. La negligencia, ya sea física o emocional, se siente muy similar al abuso y los padres deben ser más conscientes de ello.
Sentirse como la “oveja negra”
La “oveja negra” de la familia siempre se equivoca. Los padres comparan los logros personales o académicos de sus hijos que llevan a la rivalidad entre hermanos. Lo que hay que recordar es que cada niño es diferente. No hay dos personas exactamente iguales y tampoco lo son nuestros logros, personales o académicos. No siempre seguiremos el mismo camino ni tomaremos las decisiones correctas. En cuanto a nuestros padres, esperamos que nos guíen en esos momentos, no que nos abandonen y nos etiqueten de fracasados.
El resentimiento
El resentimiento es un sentimiento negativo que se produce por diferentes motivos. Como resultado, puede destruir a las familias y ser un desencadenante mental en los niños. Si un niño llega a sentir resentimiento hacia sí mismo o hacia sus padres, esa relación sufrirá mucho. La relación entre padres e hijos nunca será perfecta. Requiere una atención y un crecimiento constantes, casi como el cuidado de un jardín.
Pasé muchos años cuestionándome: ¿Por qué no fui suficiente para mis padres? ¿Por qué decidieron descuidarme, avergonzarme e ignorarme?
Supongo que nunca sabré la respuesta a estas preguntas. Es cierto que fui la menos favorecida, pero, doy gracias a Dios cada día porque eso sólo me hizo fuerte y mejor persona.
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