A principios del siglo XX fue una época excepcional para Irán que requería un liderazgo extraordinario. El liderazgo extraordinario a veces parece desafiar a la humanidad limitada por las restricciones mortales. En 1925, el fundador de la nueva dinastía Pahlavi, Reza Shah el Grande (1878-1944) desempeñó un papel fundamental en la modernización de Irán, y fue sin duda un líder que saltó por encima de las limitaciones humanas. No es de extrañar que departamentos de educación como el del estado de Texas incluyan a Reza Shah entre las tres personalidades notables del siglo XX.
Reza Shah Pahlavi es conocido por muchos como el padre del Irán moderno. Nacido como plebeyo en 1878 en la provincia de Mazandaran, hijo de un militar, Abbas Ali, y de su esposa, Noush Afarin, Reza Khan se incorporó a la Brigada de Cosacos en 1893, a la edad de 15 años. El joven Reza destacó rápidamente como oficial por su valentía, fiabilidad, disciplina y habilidades, ascendiendo de rango hasta el punto de que, en 1918, se le denominaba general de brigada. En 1921, su participación en un golpe de estado y en la ocupación de Teherán lo elevó a ministro de guerra. En 1923, era el primer ministro. Entre 1921 y 1924, primero como ministro de guerra y luego como primer ministro, Reza Khan negoció la evacuación de las tropas rusas y británicas de Irán, respectivamente.
En 1924, Reza Khan suspendió una de las revueltas tribales más graves, la dirigida por el gobernador de Khuzestan, el jeque Khazal. Khazal había hecho un tratado con los británicos para que, a cambio de regalías, garantizara la seguridad adecuada para que la Anglo-Persian Oil Co. procediera a su extracción de petróleo. Cuando Khazal observó el ascenso al poder de Reza Khan y la imposición de la autoridad del gobierno central, el jeque actuó para asegurar su posición. Se dirigió a los británicos y afirmó que él y los residentes árabes de Juzestán no tenían ningún vínculo con Irán. Por lo tanto, si los británicos extendían su protección, él separaría la parte sur de Irán.
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