La giba nasal

Escrito por el Dr. Litner y el Dr. Solieman

A veces descrita como ganchuda o romana, una nariz con una protuberancia pronunciada en el puente puede distraer de otros rasgos faciales. Para quienes tienen protuberancias prominentes, la reducción o escisión de la protuberancia -o joroba nasal dorsal- es una parte integral del procedimiento de rinoplastia.

Causas de una joroba nasal

A menudo el desarrollo de una joroba nasal está influenciado genéticamente. Una joroba nasal prominente es comúnmente heredada como un rasgo familiar. Sin embargo, un traumatismo en la nariz, como una fractura, también puede desempeñar un papel en la aparición de una joroba nasal prominente. En algunos casos, una lesión anterior de la infancia puede empezar a manifestarse cuando la nariz entra en un segundo estirón durante la adolescencia.

Composición de una joroba nasal

El tercio superior del puente nasal está formado por hueso y los dos tercios inferiores están compuestos por cartílago. Aunque una joroba nasal puede limitarse a la parte ósea o a la zona cartilaginosa, en la mayoría de los casos, una joroba nasal se forma a partir de un exceso tanto de hueso como de cartílago. Normalmente, gran parte de la giba nasal se encuentra en lo que se denomina bóveda cartilaginosa, la zona de la nariz que incluye los cartílagos laterales superiores y el tabique nasal. Dado que los cartílagos laterales superiores y el tabique nasal son contiguos, una lesión en uno de ellos suele afectar al otro.

Evaluación y tratamiento

Durante una evaluación quirúrgica, se realiza una exhaustiva historia clínica, que incluye un examen de las vías respiratorias y de cualquier obstrucción. Si el paciente se ha sometido a una cirugía nasal previa o a un traumatismo nasal, se revisarán las circunstancias específicas como parte de la evaluación. En el caso de un accidente conocido, las fotografías que muestran la nariz del paciente antes de la lesión pueden resultar útiles para orientar el tratamiento.

Los huesos nasales se evaluarán en términos de tamaño, forma, grosor y simetría. Se determinará la composición de la joroba nasal (la proporción de hueso y cartílago) y, además, se realizará un examen del interior de la nariz para determinar si la desviación del tabique u otras irregularidades están afectando a las fosas nasales. También se tendrá en cuenta la calidad y el grosor de la piel subyacente para saber cómo la piel y los tejidos blandos subyacentes envolverán la nariz una vez que se haya reducido la giba nasal.

Cara femenina, antes del tratamiento de la válvula nasal externa, vista frontalCara femenina, después del tratamiento de la válvula nasal externa, vista frontalAntesDespués
Cara femenina, antes del tratamiento de la válvula nasal externa, vista lateral derechaCara femenina, después del tratamiento de la válvula nasal externa, vista lateral derechaAntesDespués

Estéticamente, se evaluará el aspecto de la giba nasal de perfil, así como en relación con la vista frontal y la proyección de la punta nasal. El objetivo es conseguir un resultado equilibrado desde todos los ángulos.

Técnicas quirúrgicas

Para eliminar una giba nasal, generalmente se requiere la extracción tanto de hueso como de cartílago. Durante el procedimiento, se realizan incisiones para poder elevar la piel y exponer el cartílago y el hueso. A diferencia de otros cirujanos, que ocasionalmente reducen una joroba fracturando la parte no deseada con un instrumento cortante, los doctores Solieman y Litner tienen el cuidado de “lijar” lentamente la joroba para controlar mejor el procedimiento. Esto permite crear una reducción de contorno suave, natural y tridimensional sin irregularidades. A continuación, utilizan técnicas de fractura controlada para maximizar la probabilidad de obtener resultados consistentes y fiables con un mínimo de hematomas e hinchazón.

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