En 1936, un exitoso artista publicitario caminaba por Madison Avenue, con el manuscrito en la mano, exasperado porque al menos veinte editoriales habían rechazado el libro infantil que había escrito e ilustrado.
De camino a casa para quemarlo, se topó con un antiguo compañero de universidad que, en el encuentro que siguió, ayudaría a dar forma a la vida de millones de niños.
Es casi difícil de creer que Theodor Seuss Geisel -o el Dr. Seuss, como muchos de nosotros lo conocemos- casi nunca publicara su primer libro, “Y pensar que lo vi en la calle Mulberry”, porque muy poca gente estaba dispuesta a arriesgarse con algo tan completamente diferente a lo habitual. Los editores le habían dicho que el formato de su libro estaba fuera de moda y que la fantasía no era vendible.
En “El gato anotado”, nos enteramos de que, afortunadamente, Geisel se topó con la persona adecuada ese día:
Se topó por casualidad con Mike McClintock, un amigo de Dartmouth:
“Dijo: ‘¿Qué llevas bajo el brazo?’
“Dije: ‘Un libro que nadie publicará. Lo llevo a casa para quemarlo’.
“Entonces le pregunté a Mike: ‘¿Qué estás haciendo?’
“Me dijo: ‘Esta mañana me han nombrado editor juvenil de Vanguard Press, y resulta que estamos delante de mi despacho; ¿quieres entrar?’
“Así que entramos, miró el libro y me llevó ante el presidente de Vanguard Press. Veinte minutos después estábamos firmando contratos.
“Esa es una de las razones por las que creo en la suerte. Si hubiera ido por el otro lado de la Avenida Madison, ¡hoy estaría en el negocio de la tintorería!”
“Y pensar que lo vi en la calle Mulberry” fue publicado en 1937 bajo el seudónimo de Dr. Seuss y posteriormente obtuvo fuertes críticas como una obra “muy original y entretenida”, comenzando así la influyente y prolífica carrera del Dr. Seuss como autor-ilustrador de libros infantiles.
Fue una gran suerte, en efecto, que Geisel se encontrara con McClintock aquel día, porque era el único editor dispuesto a arriesgarse con su innovadora obra – pero también hay una explicación razonable de por qué McClintock se arriesgaría así.
“Las ideas más originales suelen ser las más difíciles de apreciar. Esto es especialmente cierto para las personas que tienen mucha experiencia: desarrollan un gusto por lo probado y lo verdadero”, dice a Business Insider Adam Grant, profesor de gestión en Wharton y autor del próximo libro “Originals”.
Es muy probable que los más de veinte editores con los que se reunió Geisel tuvieran demasiada experiencia y, en consecuencia, estuvieran demasiado anclados en sus costumbres y tuvieran demasiada aversión al riesgo como para apostar por este trabajo original.
“Pero cuando la gente es nueva en un trabajo, como lo era McClintock en la función editorial, está menos anclada en lo conocido y tiene menos que perder al arriesgarse con algo nuevo”, explica.
Como analiza Grant en su próximo libro, la experiencia desempeña un papel muy importante a la hora de asumir riesgos, y a veces las mejores personas a las que acudir con ideas innovadoras son las que no tienen demasiada experiencia.