Tu mente analítica tiene sus beneficios, pero también sus costes. Hay ciertas situaciones en las que es mejor calmar el exceso de pensamiento y dejar que tus instintos hagan el trabajo.
Nuestra “mente analítica” es la parte pensante de nuestro cerebro. Tiene lugar principalmente en el córtex prefrontal, que se asocia con la toma de decisiones complejas, la resolución de problemas, el pensamiento crítico y el autocontrol.
Básicamente, es la parte de nuestro cerebro que nos hace dar un paso atrás y pensar: “¿Qué debería pensar aquí?” o “¿Qué debería hacer aquí?”
Es una función muy importante de una mente sana, pero tampoco es la única. En ciertas situaciones, en realidad puede ser útil calmar tu mente analítica.
A veces ser demasiado analítico y demasiado racional puede inhibirte de aprovechar otros recursos mentales. Este artículo resume las principales razones por las que a veces puede ser poco saludable ser demasiado analítico.
No encontrarás una respuesta para todo
La mente analítica consiste en hacer preguntas y buscar respuestas. Esto está muy bien, excepto cuando nos encontramos rumiando continuamente preguntas a las que no encontramos o no podemos encontrar respuesta.
Es importante no obsesionarse demasiado con encontrar una respuesta a todo lo que nos ocurre. Hay cosas que no podemos saber -y hay cosas que no sirve de nada saberlas.
Si una pregunta no tiene respuesta, o si la respuesta no cambia la forma en que vives tu vida, entonces normalmente no es algo por lo que merezca la pena golpear tu mente sin parar.
Por supuesto, puede ser divertido contemplar las preguntas difíciles de la vida: “¿Qué es la conciencia?” o “¿Cómo empezó el universo?” o “¿Existe Dios?” – pero a menudo estas preguntas son imposibles de responder con certeza, y conocerlas no cambiará mucho tu vida diaria.
No todas las preguntas merecen tu valioso tiempo y esfuerzo para averiguarlas. Y a menudo hay un cierto tipo de relajación y alivio que viene cuando aceptas lo que no sabes y no puedes saber.
Limita tu creatividad y espontaneidad
Cuando estás usando tu mente analítica, a menudo puede interponerse en el camino de la creatividad y la espontaneidad. No te dejas llevar por la corriente, sino que dudas y te cuestionas mucho a ti mismo.
Un interesante estudio descubrió que cuando los músicos de jazz improvisan muestran menos actividad en su córtex prefrontal. No piensan en lo que están haciendo ni se preocupan por ello, simplemente lo hacen y lo hacen.
Esto puede aplicarse a cualquier tipo de creatividad. Pensar demasiado a menudo puede estropearla, sobre todo si estás desechando cada idea que se te ocurre o analizando en exceso cada acción que realizas.
De la misma manera, las personas que tienen dificultades con las conversaciones y las habilidades sociales suelen tener una mente muy analítica. Ensayan todo lo que se dicen a sí mismos dentro de sus cabezas, y no se permiten actuar simplemente en el momento, por lo que resultan muy poco naturales.
Si estás interesado en ser más creativo y espontáneo, te recomiendo algunos ejercicios estupendos aquí: practica la improvisación.
Hace que te juzgues negativamente a ti mismo y a los demás
Tu mente analítica es también la parte de tu cerebro que piensa en otras personas y las juzga.
A menudo, las personas se forman, consciente o inconscientemente, creencias sobre los demás y los colocan en categorías. Podemos ver a algunas personas como “buenas” frente a “malas”, o “inteligentes” frente a “tontas”, o “atractivas” frente a “feas”.
A veces poner a las personas en categorías puede ser útil en ciertas situaciones, pero tenemos que tener cuidado de no pensar en las personas de una manera singular en general.
Todo el mundo tiene sus puntos fuertes y débiles, pero estas diferencias no deben hacer que veamos a nadie como menos valioso o menos merecedor de respeto como ser humano.
Además, cuando pones a los demás en un nivel alto, te ves obligado a ponerte a ti mismo en el mismo nivel, o en el peor de los casos, a lidiar con la disonancia cognitiva de ser un hipócrita.
No puedes juzgar a los demás sin que al mismo tiempo te juzgues a ti mismo por comparación. Así que al ser menos crítico y más amable con los demás, también serás menos crítico y más amable contigo mismo.
Toma tu enfoque y fuerza de voluntad
Pensar con tu mente analítica a menudo toma mucha fuerza de voluntad y energía.
Tu cerebro sólo puede procesar una cantidad de cosas a la vez, así que si pasas mucho de tu tiempo pensando y rumiando sobre cosas específicas, vas a estar chupando una gran cantidad de recursos mentales que podrían ser utilizados de mejor manera.
Tu mente hace la mayor parte de su trabajo de forma inconsciente, sólo una pequeña parte de la información se procesa a través de nuestra conciencia y pensamiento crítico.
Cuanto más dejes que la información se quede atascada ahí, y que se repita constantemente en tu cabeza, menos conciencia y energía vas a tener para dedicar a la nueva información.
Ruminizar sobre las mismas cosas una y otra vez te saca del momento presente y te impide prestar plena atención a lo que tienes delante.
Puede reducir la felicidad y el placer
Si tu mente analítica es demasiado activa, también puede reducir tu felicidad y placer. Investigaciones recientes han descubierto que, a veces, la racionalización puede interponerse en el camino de la felicidad, especialmente cuando se trata de tus gustos subjetivos.
No sientas la necesidad de justificar todo lo que te gusta o todo lo que te hace feliz: simplemente disfrútalo tal y como es. A veces, es saludable que te guste algo por el mero hecho de que te guste, y no tener que analizar exactamente por qué te gusta.
Pensar a menudo puede separarnos de nuestras emociones. Esto puede ser útil para algunas emociones negativas -como pensar en la tristeza, la ira o la pena- pero también puede ser a veces destructivo para las emociones positivas -como la alegría, el humor y el amor-.
Nuestras mentes analíticas pueden ayudar a guiarnos para entender nuestras emociones, pero nunca pueden entender completamente nuestras emociones. No olvides que tus emociones y sentimientos también son un tipo de inteligencia y comprensión.
No puedes entenderte completamente a ti mismo o al mundo que te rodea si sólo ves tus experiencias desde una mente completamente racional y analítica.
Cómo calmar tu “mente analítica” y dejar de pensar en exceso
Como alguien que ha sufrido mucho el “exceso de pensamiento” a lo largo de mi vida, he trabajado mucho para encontrar herramientas y ejercicios que me ayuden a calmar mi mente analítica.
Aquí tienes unas cuantas sugerencias saludables:
- Meditación de respiración – La meditación es una de las mejores herramientas para ayudarte a calmar tu mente analítica. Recomiendo una sencilla meditación de 100 respiraciones, en la que te centras en las sensaciones de tu respiración.
- Ejercicio de fuga de cerebros – Escribir es otra gran manera de expresar y liberar los pensamientos que están atrapados en tu cabeza. A veces hago un ejercicio automático de “Drenaje de Cerebro” en el que escribo literalmente cualquier pensamiento que me venga a la cabeza en un lapso de 5 a 10 minutos.
- Escucha tu instinto – Enfócate en escuchar más tu instinto y en dominar tu intuición. Aprenda a tomar decisiones sin tener que hacer siempre un análisis de “costes frente a beneficios”, especialmente cuando se trata de situaciones en las que ya tiene mucha experiencia.
- Encuentre un pasatiempo creativo – Los pasatiempos creativos, como la música, la pintura o la fotografía, son formas estupendas de salir de su “mente analítica” a otro modo de expresarse y de ser. Por ejemplo, me encanta hacer música electrónica para desconectar mi “pensamiento” y simplemente estar en el momento de crear.
- Conversación saludable – Una de las mejores maneras de sacar algo de tu mente es hablar de ello con alguien en quien confíes. Encuentre a alguien en su vida con quien pueda compartir sus pensamientos, sin temor a ser juzgado – incluyendo un terapeuta, consejero o entrenador de autosuperación (¡como yo mismo!)
Calmar su mente analítica es algo que requiere práctica y tiempo, pero es posible si está equipado con las herramientas y ejercicios mentales adecuados. Las sugerencias mencionadas anteriormente son un buen punto de partida.