Es sorprendente saber que el único crédito actoral importante asociado a Annie Lennox es un papel en una adaptación de una obra de Harold Pinter dirigida por Robert Altman. Si has visto alguno de los vídeos que hizo como miembro del exitoso dúo pop Eurythmics o para sus álbumes en solitario, especialmente los creados con la ayuda de la directora británica Sophie Muller, habrás visto su alcance. Diablos, todo lo que tienes que hacer es ver el clip de su single de 1992, “Why”. La cámara pasa mucho tiempo enfocando la cara de Lennox mientras se maquilla y examina su rostro. A veces se muestra divertida, cabizbaja, furiosa y reservada. Una vez maquillada y ataviada con su ropa de diva, se enfrenta a la cámara y pasa por más estados de ánimo: juguetona, lujuriosa, temerosa, apasionada, pasiva… Es el reflejo de una canción que narra las heridas de una relación rota, pero también es un maravilloso escaparate del impresionante abanico interpretativo de Lennox.
Esta cualidad camaleónica es precisamente la razón por la que Lennox es considerada una de las mejores cantantes vivas del mundo. Incluso cuando canta una canción escrita por otra persona, como en su álbum más reciente Nostalgia, una colección de sus temas favoritos del canon del jazz y el blues, su voz cambia casi imperceptiblemente para captar la emoción cruda de cada uno. No se atreve a intentar replicar el gruñido de Screamin’ Jay Hawkins en su versión de “I Put A Spell On You”, sino que prefiere añadir un sutil tono de frustración y deseo alrededor de los bordes de esa conocida voz de contralto, y en el clásico de Duke Ellington “Mood Indigo”, añade un toque irónicamente malicioso a la lamentosa letra, inspirado en el arreglo de Don Was.
La carrera de la cantautora escocesa de 60 años ha estado marcada por esta rara y notable cualidad. Y ha tenido muchas ocasiones de mostrarla a lo largo de los años, habiendo trabajado en un admirable número de estilos musicales diferentes. Recientemente, en los premios Grammy de este año, dejó boquiabierto a Hozier como compañera de dúo en su propia canción. Pero cuando Lennox llamó la atención de la escena musical europea, fue en 1977, y era una intérprete de power-pop/post-punk en su primera banda, The Tourists, donde empezó a trabajar con su compañero de siempre (y ahora antiguo amor) Dave Stewart. Más tarde, trabajando junto a Stewart en Eurythmics, fue capaz de emitir vibraciones tanto frías como tostadas al servicio del tecnopop parpadeante, del R&B, del art-rock de corte y pegado, y del puro europop. Y a lo largo de su carrera en solitario, se ha movido en una docena de direcciones artísticas diferentes, guiada únicamente por su propia curiosidad y la necesidad de expresar sus emociones más profundas.
Lo bonito y frustrante de una lista como ésta es que va a suscitar debate. Y es probable que la primera discusión que se plantee sea sobre mi omisión de “Sweet Dreams (Are Made Of This)”, el single de Lennox con Eurythmics que supuso un gran avance en 1983. Cuando elaboro una lista como ésta, la considero más bien como un empate a 10 por el primer puesto. También trato de encontrar la mejor manera de representar la carrera de un artista en su conjunto, poniendo 10 focos diferentes en sus variados dones. En este sentido, lo enfoqué como la dirección de Muller en el vídeo “Why”, buscando esos matices y tonos de personalidad que, combinados, resumen mejor la larga carrera de Lennox como vocalista. Estas 10 canciones, en mi opinión, ofrecen la imagen más completa de la extraordinaria capacidad de Lennox para captar la esencia de una canción utilizando únicamente su voz como herramienta. Según mi aproximada medición mental, “Sweet Dreams” se ha quedado fuera por poco. Esperemos que esto alivie tu mente preocupada por el asunto, y si no, bueno, para eso está nuestra sección de comentarios.
- “Walking On Broken Glass” (de Diva, 1992)
- “Don’t Let It Bring You Down” (de Medusa, 1995)
- “Into The West” (de la banda sonora de El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey, 2003)
- “Savage” (de Savage de los Eurythmics, 1987)
- “Take Me To Your Heart” (de In The Garden de los Eurythmics, 1981)
- “Bitter Pill” (de Bare, 2003)
- “Here Comes The Rain Again” (de Eurythmics’ Touch, 1983)
- “Would I Lie To You?” (de Be Yourself Tonight de los Eurythmics, 1985)
- “Love Is A Stranger” (de Sweet Dreams (Are Made Of This) de los Eurythmics, 1983)
- “Why” (de Diva, 1992)
“Walking On Broken Glass” (de Diva, 1992)
Esta canción podría haber sido fácilmente una balada lenta, conmovedora y ardiente, con Lennox lanzando sus súplicas de alivio al cielo tras una relación rota, con los puños apretados y las cuerdas barriendo detrás de ella como vientos huracanados. En su lugar, la cantante y compositora sigue el camino de sus inspiraciones de la Motown, lanzando esta canción con un rebote similar al de “Ain’t That Peculiar”, anclado por esa insistente línea de piano inicial y una sección de cuerdas que se balancea a lo largo de toda la canción. Sin embargo, hay que prestar atención a la absoluta contención de Lennox en casi todos los momentos. Sólo levanta la voz en el puente cuando la canción alcanza su punto álgido, y por lo demás opta por un tono de resignación y casi de derrota mientras se ocupa de las heridas que aún supuran en su alma y en sus plantas.
“Don’t Let It Bring You Down” (de Medusa, 1995)
Antes de grabar Medusa, Lennox había pensado en retirarse, pero volvió al estudio para jugar con la idea de hablar de su diálogo interior a través del trabajo de otros escritores. A través de esa lente, “Something So Right” de Paul Simon parece un grito a su marido, mientras que “No More ‘I Love You’s” se presenta como un último adiós a los amantes del pasado (entre los que se encuentra su cohorte de Eurythmics, Stewart). Otras son guiños a los artistas que la inspiraron a dedicarse a la música (los Temptations, los Clash y Al Green, entre otros). Esta selección, una versión de un tema que se encuentra en el álbum After The Gold Rush de Neil Young de 1970, tiene mucha más resonancia cuando se ve a través de esa lente: una súplica tras la ruptura de su antigua banda para seguir adelante. Ayuda el hecho de que Lennox reduzca su voz a un estruendo ronco, un movimiento que minimiza el poder crudo de su canto pero que añade un profundo pozo de emoción a la melodía folclórica original. Puede que haya ayudado a construir los castillos que ahora ve arder, pero esta es Lennox llegando al “río de la vista”.
“Into The West” (de la banda sonora de El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey, 2003)
Sobre el papel, esto es pura melaza. Una melodía repleta de cuerdas y cuernos almibarados, todo ello con el máximo efecto emocional como acompañamiento para tu lenta salida del cine. Pero, maldita sea, si no hace que hasta el más cínico fan de la fantasía corra a por la caja de pañuelos. La canción es profunda, y pretende calmar el espíritu atribulado que se enfrenta al final de sus días y, a su vez, ayudar a aliviar los corazones de sus seres queridos. Y no sería tan conmovedora sin una fuerza como la de Lennox, que convierte la letra (en la que participó) en una canción de cuna y en una llamada triunfal desde la cima de la montaña. Por muy buena que sea la versión de estudio, si quieres escuchar realmente el poder de esta canción, mira la interpretación en directo que hizo Lennox en los Oscar de 2004. Parece totalmente poseída mientras se burla de cada subida y bajada emocional.
“Savage” (de Savage de los Eurythmics, 1987)
Posiblemente el álbum más infravalorado de la discografía de los Eurythmics, el sexto disco completo del dúo está marcado por una producción carnosa y estridente que sonaba como si Dave Stewart hubiera pasado el año anterior subsistiendo a base de los álbumes de Art Of Noise. Lennox respondió con algunas de sus letras más atrevidas hasta la fecha, presentándose a sí misma con una luz sexual descarada y seductora. El álbum se adentra en una balada abatida en la canción que da título al disco, pero con un aire de peligro a través de los golpes de guitarra de Stewart y el croon respiratorio que emplea Lennox. También suena agotada, para captar mejor la sensibilidad del personaje que representa en la canción. Es como una estrella de cine de los años 50, que se sienta en su asiento habitual al final de un bar y le suelta frases a un tipo guapo que está cerca a través de una nube de humo de cigarrillo. Es consciente de que podría seducirlo fácilmente, pero no está segura de que merezca la pena.
“Take Me To Your Heart” (de In The Garden de los Eurythmics, 1981)
El primer álbum en el que Lennox y Dave Stewart trabajaron fuera del redil de los Tourists es el producto de unos compositores que todavía están encontrando su voz colectiva. Todavía no se habían desprendido por completo del enfoque post-punk cargado de guitarras de su anterior banda, incluso cuando espolvorearon una buena cantidad de polvo de sintetizador sobre gran parte de ella. In The Garden es un álbum bastante bueno, pero no hay nada mejor que esta canción. Se pueden escuchar indicios de la reserva fría y sensual que Lennox aportaría al siguiente álbum de los Eurythmics mientras juega con el ritmo herky-jerky y el despliegue de melodías de teclado diminutas. La superficie de esta letra es una noción romántica, pero con la forma en que la canta, el verdadero significado de sus intenciones calientes y molestas se hace evidente. Sustituye la palabra “corazón” del título por “cama” o “asiento trasero” en tu mente mientras escuchas esta canción y verás lo que quiero decir.
“Bitter Pill” (de Bare, 2003)
Como todos los buenos álbumes nacidos de la disolución de una relación, el tercer disco en solitario de Lennox, Bare, está salpicado de todos los matices de la paleta emocional. Está furiosa, arrepentida, apenada y destrozada a partes iguales. En este punto álgido del álbum, Lennox modera su ira con un alegre ritmo de R&B que parece sacado de una sesión de En Vogue. Pero el ácido en su lengua sigue siendo palpable cuando se enfrenta a sí misma y a su ex; a él por causar el dolor, y a ella por aceptarlo ciegamente mientras está “colgada de mis uñas… esperando no caer”. En última instancia, la canción es desafiante, el tipo de himno que se encuentra cómodamente en una lista de reproducción junto a “You Don’t Own Me” e “Irreplaceable”. Cuando Lennox canta, “No significa nada para mí / No significas nada para mí”, en el estribillo, quieres animarla en su camino hacia un futuro mejor y, con suerte, hacia un hombre mejor.
“Here Comes The Rain Again” (de Eurythmics’ Touch, 1983)
El segundo éxito de Eurythmics en el top 10 es una maravilla de los arreglos y la interpretación. Seguramente, Neil Tennant y Chris Lowe, de Pet Shop Boys, se lamentaron de que Stewart y Lennox les ganaran el pulso a la hora de combinar el trino de los sintetizadores arpegiados a lo Moroder con las partes de cuerda a lo Gainsbourg. Además, la canción da la sensación de ser un solo estribillo extendido, una efusión sostenida de emoción de la que ni siquiera la sección “Talk to me” ofrece mucho respiro. La clave, sin embargo, es prestar atención a la forma en que Lennox canta esta desesperada canción de amor. Al principio, suena tímida y un poco reservada, pero a medida que avanza, empieza a cobrar fuerza. En las últimas estrofas, se enfrenta a una voz de fondo que lanza chispas y explosiones mientras intenta mantener la calma, repitiendo esas líneas tipo mantra. En ese momento es difícil saber si hay que enfrentarse al chaparrón y correr hacia sus brazos abiertos o llamar a alguien para pedir ayuda.
“Would I Lie To You?” (de Be Yourself Tonight de los Eurythmics, 1985)
Siempre hubo una vena de R&B de los 60 que corría por debajo incluso de las canciones más sintetizadas de los Eurythmics. Podrías imaginar que con un dulce arreglo de la Wrecking Crew, “Here Comes The Rain Again” podría haber sido un éxito para las Supremes. En su cuarto álbum, Stewart y Lennox decidieron aprovechar esa rica fuente de material para ayudar a impulsar al menos parte de estas nuevas grabaciones. Conseguir que Aretha Franklin se uniera a la diversión en su himno “Sisters Are Doin’ It For Themselves” ya era bastante bueno, pero escribir una canción tan urgente y estimulante como “Would I Lie To You? También pone fin a cualquier duda persistente sobre las habilidades de Lennox como vocalista. En este tema se lanza, poniendo a ese hijo de puta de dos tiempos en sus talones y gruñe sus intenciones de hacer las maletas y volar el gallinero. Nadie sabe por qué siente la necesidad de limpiar el suelo en su salida, pero cuando se enfrenta a alguien tan decidida y ardiente como Lennox, harías bien en no cuestionar sus motivaciones. Solo hay que aguantar los golpes y despedirse.
“Love Is A Stranger” (de Sweet Dreams (Are Made Of This) de los Eurythmics, 1983)
Aunque lleva el nombre del que sería el single número 1 de los Eurythmics en Estados Unidos, el segundo álbum del dúo comienza con una mentalidad diferente. El sudor frío de la canción que da título al disco estaba por llegar, pero antes de hacerlo, Lennox y Stewart tenían en mente la seducción. 32 años después, esta canción, con su insistente ritmo de Roland 606 y esos trinos de sintetizador de plumas, suena tan fresca y sexy como siempre. Las cosas se calientan aún más cuando Lennox acaba deslizándose, con el pelo rapado y teñido de naranja, tentándote a saltar a ese coche abierto y a realizar actos inconfesables sobre los asientos de cuero. ¿Quién de nosotros no ha querido que alguien escuche “I want you” con esa misma cadencia jadeante y un ligero toque de urgencia procedente de la voz de su amante? Por muy buena que sea la canción que da título al LP, ésta es la materia de la que están hechos los sueños. Al menos el tipo de sueños de los que te avergüenza hablar en voz alta.
“Why” (de Diva, 1992)
El mundo tiende a echar una mirada ligeramente sospechosa a cualquier artista que lanza su primer álbum fuera del redil de una banda conocida. Al menos ese es el caso de cualquiera que no sea Annie Lennox. Por mucho que a muchos nos gustara lo que Dave Stewart aportó a Eurythmics, parecía que el mundo sabía que él y Lennox eran iguales en ese empeño creativo. Así que cuando ella finalmente lanzó un álbum en solitario al mundo, unos tres años después de la separación de la banda, la expectativa era que le esperaba la grandeza. Y aunque el álbum no estuvo a la altura de esas esperanzas, el primer sencillo de Diva sigue siendo un clásico perdurable. Es un movimiento bastante atrevido que tu primer single sea una balada de arrepentimiento, pero ésta es una canción para llorar. Es una versión musical del modelo Kübler-Ross, en la que Lennox entra en la fase de duelo cuando recibe a su ex amante “a la orilla del agua” para “deshacerse de esas dudas”, derramando “el contenido de su cabeza” durante la fase de depresión, y luego se derrumba en el suelo repitiendo la frase “No sabes cómo me siento” cuando llega la aceptación. Esta fue la canción que pusiste en repetición para sobrellevar esa horrible ruptura porque en cada sílaba que canta, puedes escuchar que Lennox también ha pasado por eso y se siente tan mal como tú.
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