Lepra

La lepra, también llamada enfermedad de Hansen, es un trastorno conocido desde la antigüedad. Está causada por una bacteria llamada Mycobacterium leprae y es contagiosa, lo que significa que puede transmitirse de persona a persona. Suele contraerse al respirar las gotas de aire procedentes de la tos y los estornudos de las personas afectadas, o al entrar en contacto con sus fluidos nasales. Sin embargo, no es altamente transmisible, y aproximadamente el 95% de las personas expuestas a Mycobacterium leprae nunca desarrollan la lepra. La infección puede contraerse a cualquier edad, y los signos y síntomas pueden tardar desde varios meses hasta 20 años en aparecer.

La lepra afecta a la piel y a los nervios periféricos, que conectan el cerebro y la médula espinal con los músculos y con las células sensoriales que detectan sensaciones como el tacto, el dolor y el calor. La mayoría de los individuos afectados presentan áreas de daño en la piel (lesiones cutáneas) y problemas con la función nerviosa (neuropatía periférica); sin embargo, la gravedad y el alcance de los problemas varían ampliamente. La lepra se presenta en un espectro, en el que la forma más grave se denomina multibacilar o lepromatosa, y la menos grave, paucibacilar o tuberculosa. Los patrones de signos y síntomas intermedios entre estas formas se denominan a veces formas limítrofes.

La lepra multibacilar suele implicar un gran número de lesiones cutáneas, incluyendo tanto daños superficiales como bultos bajo la piel (nódulos). Los tejidos húmedos que recubren las aberturas del cuerpo, como los párpados y el interior de la nariz y la boca (membranas mucosas), también pueden verse afectados, lo que puede provocar la pérdida de visión, la destrucción del tejido nasal o el deterioro del habla. Algunas personas afectadas presentan daños en los órganos y tejidos internos. Las lesiones nerviosas que se producen en la lepra multibacilar suelen provocar una falta de sensibilidad en las manos y los pies. Las lesiones repetidas que pasan desapercibidas y no se tratan debido a esta falta de sensibilidad pueden conducir a la reabsorción de los dedos de las manos o de los pies afectados por el organismo, lo que provoca el acortamiento o la pérdida de estos dígitos.

La lepra multibacilar suele afectar a un pequeño número de lesiones superficiales en la piel. Generalmente hay pérdida de sensibilidad en estas zonas, pero los otros signos y síntomas que se producen en la lepra multibacilar son menos probables en esta forma de la enfermedad.

En cualquier forma de lepra, pueden producirse episodios denominados reacciones, que pueden conducir a un mayor daño nervioso. Estos episodios pueden incluir reacciones de reversión, que implican dolor e hinchazón de las lesiones cutáneas y de los nervios de las manos y los pies. Las personas con las formas más graves de lepra pueden desarrollar un tipo de reacción llamada eritema nodoso leproso (ENL). Estos episodios incluyen fiebre y nódulos cutáneos dolorosos. Además, pueden aparecer nervios dolorosos e inflamados. El ENL también puede provocar la inflamación de las articulaciones, los ojos y los testículos en los hombres.

La lepra ha sido estigmatizada durante mucho tiempo debido a su naturaleza infecciosa y a la desfiguración que puede causar. Este estigma puede causar problemas sociales y emocionales a las personas afectadas. Sin embargo, los tratamientos modernos pueden evitar que la lepra empeore y se extienda a otras personas. Aunque la infección es curable, los daños en los nervios y tejidos que se producen antes del tratamiento suelen ser permanentes.

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