Por Nomi Berger
Cuando los días se vuelven más oscuros y cortos, y el termómetro cae en picado, también lo hace el estado de ánimo de millones de personas que viven en el hemisferio norte. Pero los humanos no son los únicos afectados por lo que los científicos denominan Trastorno Afectivo Estacional o TAE. Nuestros perros -incluso los más felices, activos y enérgicos- pueden sufrir el mismo dramático bajón de ánimo.
En algunos estudios veterinarios, un tercio de los propietarios de perros encuestados informaron de un fuerte descenso en la personalidad de sus perros, por lo demás feliz y equilibrada, durante el invierno. Según ellos, casi la mitad de sus perros eran menos activos, mientras que la mitad de ellos dormían más tiempo y eran más difíciles de despertar por la mañana.
La organización veterinaria británica PDSA (People’s Dispensary for Sick Animals) enumeró recientemente algunos de los síntomas que muestran los perros que sufren de TAE. Entre ellos se encuentran: comportamiento agresivo o ensuciar de forma inapropiada; arañar los muebles; demandar más atención o su polo opuesto, mostrarse retraído; ladridos frecuentes; letargo; menos interés por salir a pasear o jugar, ya sea con personas, otros perros o juguetes, y reducción del apetito acompañada de pérdida de peso.
Según los científicos, la razón de estos cambios de comportamiento tanto en humanos como en perros parece provenir del efecto que la luz tiene sobre dos hormonas importantes y muy diferentes. La primera es la melatonina, una hormona producida en la glándula pineal. La segunda es la serotonina, una hormona producida en el cerebro.
La melatonina, a menudo conocida como la “hormona de la oscuridad”, desempeña un papel vital en la regulación del ciclo del sueño. La glándula pineal es sensible a la luz y, dado que la melatonina suele segregarse por la noche, cuanto menos luz haya -como en los días más cortos y oscuros del invierno- mayor será la producción de melatonina. Entre sus muchos efectos negativos, destacan el letargo, la pérdida de apetito y la somnolencia.
La serotonina, a menudo conocida como la sustancia del cerebro que nos hace sentir bien, también afecta al estado de ánimo, al apetito y al sueño, pero de una forma totalmente diferente. En este caso, es la luz solar la que se necesita para la producción de serotonina. Por desgracia, la liberación de serotonina también se asocia con la gente que se entrega a los llamados “alimentos reconfortantes”, como galletas, pasteles y chocolate, y con los perros que piden golosinas adicionales.
Sin embargo, hay formas de combatir los efectos de la disminución de las horas de luz en el estado de ánimo de su perro antes de la llegada del invierno. Empiece por asegurarse de que su régimen de ejercicio regular se mantiene y de que su dieta es equilibrada. Si su perro ya muestra signos de letargo o retraimiento, háblele constantemente y de forma reconfortante, y practique juegos -como esconder sus juguetes favoritos o tirar de la cuerda- para mantenerlo activo y ocupado. Los estudios demuestran que los perros que se quedan solos la mayor parte del día son los que más sufren. Para remediarlo, pase más tiempo con su perro, si es posible. Y si no, contrate a un paseador de perros para que salga más a menudo o colóquelo en una guardería canina.
Dado que la ausencia de luz brillante parece ser la principal causa del TAE, las otras soluciones pasan por aumentar la exposición directa de su perro a tanta luz como sea posible. Coloque su cama para perros bajo una claraboya o cerca de una ventana o puerta de cristal. Cambie el horario de sus paseos para que esté en el exterior durante la parte más luminosa del día, y mantenga las luces encendidas en el interior, sobre todo en los días más apagados.
A fin de cuentas, lo más importante es la composición de la luz. Cuanto más se parezca a la luz natural, más terapéutica será. Al igual que existen “cajas de luz” especialmente diseñadas para personas con TAE, ahora existen cajas de luz similares para perros con TAE. Los propietarios que opten por soluciones menos costosas sólo tienen que sustituir todas las viejas bombillas de tungsteno por las nuevas, fluorescentes blancas compactas, etiquetadas como “espectro completo” o “luz diurna”. Encienda estas luces durante al menos una hora cada día, y luego juegue con su perro para asegurarse de que sus ojos están completamente abiertos y sus retinas claramente expuestas a la luz entrante.
Con suerte, seguir todas o algunas de estas sugerencias le evitará tanto a usted como a su querido perro un caso innecesario de tristeza invernal.
Este artículo ha sido publicado con permiso de Nomi Berger. Nomi es la autora de siete novelas y una obra de no ficción. Vive en Toronto, Ontario, con su morkie adoptado, Shadow. En la actualidad, Nomi dedica todo su tiempo a escribir como voluntaria en organizaciones de rescate de animales tanto en Canadá como en Estados Unidos.