Los melanomas o tumores que surgen de las células productoras de pigmento pueden ser benignos o malignos. En los gatos, los melanomas se encuentran con mayor frecuencia en la cabeza (especialmente en las orejas y los ojos), el cuello y la parte inferior de las patas. Por suerte, los melanomas malignos son relativamente raros en los gatos1. Por ejemplo, los melanomas, en general, comprenden menos del 3% de los tumores de piel y aproximadamente entre el 42% y el 68% de ellos son malignos2. Y los melanomas malignos representan menos del 1% de los tumores orales en los gatos, según la Universidad de Tufts.
¿Por qué preocuparse entonces por los melanomas malignos?
Desgraciadamente, en su forma maligna, los melanomas tienden a ser muy destructivos localmente, a volver a crecer incluso después de la extirpación quirúrgica y a hacer metástasis o extenderse a otros lugares del cuerpo. En los gatos, los melanomas que afectan a los ojos son más comunes que los de la boca o los de otros lugares de la piel; y tanto los melanomas oculares como los orales tienden a ser más malignos que los melanomas de la piel3.
Aquí es donde las cosas pueden ser especialmente complicadas en los gatos porque muchos de ellos desarrollan cambios pigmentados benignos en estos mismos lugares. Estos cambios se parecen mucho a las pecas. Es posible que conozcas a gatos (especialmente a los anaranjados, calicó o a veces a los plateados) que desarrollan manchas oscuras en los labios, las encías, los párpados y/o la nariz. Esta condición, llamada lentigo, puede empezar a aparecer en los gatos a partir del año de edad, pero es completamente benigna y no se convierte en cáncer4.
Este no es necesariamente el caso cuando los cambios de pigmento se producen en el iris de un gato. En esa localización los cambios de pigmentación pueden progresar desde la peca ocasional hasta una melanosis más generalizada y de mayor tamaño, pero aún benigna, que eventualmente puede sufrir una transformación maligna5.
Así que siempre debe preocuparse por cualquier nuevo crecimiento (pigmentado o no, ya que los melanomas no son siempre marrones) o por los cambios de color que se produzcan en su gato. También puede descubrir los tumores por los síntomas clínicos asociados a su localización. Por ejemplo, los tumores en la boca pueden provocar sangrado, babeo, mal aliento o dificultad para comer/tragar, mientras que los tumores intraoculares pueden causar un tamaño anormal de las pupilas, dolor y, en última instancia, problemas de visión.
¿Cómo saber con seguridad que su gato tiene un melanoma maligno?
Como siempre, cualquier cosa que le preocupe debe ser revisada por su veterinario. En el caso de los melanomas del iris, un examen cuidadoso y/o una ecografía pueden ayudar a distinguir entre los cambios de pigmentación benignos y los tumores reales. Pero para saberlo con seguridad, su veterinario tendrá que enviar una muestra de tejido al laboratorio para obtener un diagnóstico definitivo, ya sea mediante una aspiración con aguja o una biopsia quirúrgica. Si el diagnóstico es melanoma maligno, su veterinario querrá realizar otras pruebas (análisis de sangre, radiografías, ecografías, aspirados) para establecer el estado general de salud de su gato (para asegurarse de que no tiene ninguna otra enfermedad) y para clasificar el cáncer (establecer lo mejor posible si existe en otras localizaciones). Esta información es importante para darle una idea más clara del estado individual de su gato y su pronóstico.
¿Qué puede hacer si su gato tiene un melanoma maligno?
Lamentablemente, los melanomas malignos son cánceres muy agresivos. El pronóstico es reservado, y las probabilidades de supervivencia a largo plazo no son buenas. La extirpación quirúrgica completa del tumor original es siempre el mejor primer paso, siempre que el tamaño y la localización del tumor lo permitan. Por desgracia, no siempre es así. La radioterapia puede estar indicada en algunos casos para el control no quirúrgico del tumor o incluso después de la cirugía cuando la extirpación del cáncer no fue completa. Alguna forma de quimioterapia también puede ser una opción.
Una vez que su veterinario haya reunido toda la información disponible, podrá aconsejarle sobre el mejor enfoque para tratar a su gato. Recuerde que el tratamiento del cáncer no es algo que se haga esperando curar la enfermedad, sino más bien para controlarla y ralentizar su progresión. Por eso es especialmente importante que se asegure de que entiende perfectamente lo que le dice su veterinario en relación con el pronóstico de su gato, el plan de tratamiento que se le propone y las expectativas razonables que debe tener para lograr un tiempo feliz y de calidad con y para su gato antes de seguir adelante.
Si tiene alguna pregunta o preocupación, siempre debe visitar o llamar a su veterinario: es su mejor recurso para asegurar la salud y el bienestar de sus mascotas.
Recursos:
- “Tumores de la piel en gatos”. The Merck Manuals. Web.
- Gross, Thelma Lee, Peter J. Ihrke, Emily J. Walder y Verena K. Affolter. Enfermedades de la piel del perro y del gato: Diagnóstico clínico e histopatológico. Oxford: Blackwell Science, 2005. Print.
- “Melanoma felino: un estudio comparativo de las neoplasias oculares, orales y dérmicas”. Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos. Web.
- “Congenital and Inherited Skin Disorders of Cats”. The Merck Manuals. Web.
- Ionascu, Iuliana, Georgeta Dinescu, y Cucos C. Anca. “Melanoma del iris en los gatos”. Revista de medicina veterinaria. N.p., n.d. Web.