Lee el Salmo 109:1-13
¿Qué haces cuando el cielo calla? Qué haces cuando clamas a Dios y no hay respuesta, o al menos no puedes oírla? Esto le ocurrió a David. Siguió clamando a Dios: “¡No calles, Dios de mi alabanza!”. (v. 1). David estaba siendo atacado por los malvados, algo frecuente en su vida. Debes recordar que cuando oró estas oraciones de juicio (v. 13), no estaba buscando venganza personal. No, estaba orando como rey de Dios sobre Israel. David quería que se juzgara a los malvados porque estaban atacando al pueblo de Dios, de quien vendría la Palabra de Dios y su Hijo.
¿Por qué a veces Dios guarda silencio? Puede ser porque no estamos escuchando o no queremos escuchar. El evangelista Billy Sunday solía decir que un pecador no puede encontrar a Dios por la misma razón que un criminal no puede encontrar a un policía: no está buscando. El pecado nos hace hacer oídos sordos a Dios. Cuando Adán y Eva escucharon la voz de Dios en el Jardín del Edén, corrieron y se escondieron. Los niños suelen hacer eso cuando desobedecen.
A veces Dios guarda silencio porque no estamos preparados para el mensaje. Él quiere hablarnos de algo, pero no estamos preparados. Tenemos que pasar por pruebas de refinamiento para que estemos listos para escuchar.
Dios a veces guarda silencio porque sabe que no estamos dispuestos a obedecer. Él siempre está dispuesto a mostrarnos su voluntad, pero sólo se la muestra a aquellos que realmente quieren hacerla. Jesús dijo en Juan 7:17: “El que quiera hacer su voluntad, conocerá la doctrina”. Las personas obedientes siempre escuchan la voz de Dios.
Por último, a veces Dios guarda silencio para poder probarnos, para enseñarnos la importancia del silencio, la importancia de esperar en Él. La espera nos ayuda a recordar la soberanía de Dios
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El silencio de Dios es una de las pruebas difíciles de la fe. ¿Qué debes hacer cuando Él está en silencio? Recuerda su fidelidad y sus bendiciones pasadas. Vive hoy en lo que Él ya te ha dicho. Confía en Él y espera. Volverás a oír la voz de Dios.
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