Pregunta: “¿Qué es la crítica histórica? ¿Qué es el método histórico-crítico?”
Respuesta: La crítica histórica puede referirse a un método de estudio de la Biblia o a una visión particular de la Escritura utilizada para seleccionar interpretaciones. Al examinar un texto, el término crítica es una referencia al análisis, relacionado con la idea de una “crítica”. No significa lo mismo que una queja o desaprobación. Ambas formas de crítica histórica analizan la Biblia observando la cultura en la que se escribieron los textos y las pruebas que llevan a determinadas conclusiones.
La mayor diferencia entre las dos formas de crítica histórica es la división entre “método” y “metodología”. Un método es una herramienta o técnica. Una metodología es una mentalidad o una justificación para utilizar determinados métodos. En la práctica, el término método histórico-crítico se aplica a menudo a lo que en realidad es un tipo de metodología. Para saber la diferencia, hay que preguntarse si se trata de una referencia a “cómo” se interpreta el texto o “por qué” se utilizan determinados supuestos. Como método, la crítica histórica es extremadamente útil para comprender la Biblia. Como metodología, la crítica histórica es un punto de vista irracionalmente escéptico.
Como método, la crítica histórica utiliza información histórica para comprender mejor el contexto de un pasaje bíblico. Esta información de fondo proporciona una perspectiva importante a la hora de interpretar el texto. Por ejemplo, los comentarios de Pablo sobre la sumisión al gobierno en el capítulo 13 de Romanos fueron escritos durante el reinado de un emperador particularmente opresivo y anticristiano. Esto supone una diferencia a la hora de aplicar esos textos a la vida cristiana moderna.
La crítica histórica también daría un significado más profundo a las plagas del Éxodo. Cada una de las plagas implicaba un aspecto de la naturaleza que los egipcios asociaban con un dios falso: el río, el sol y el ganado tenían un dios asociado a ellos. Gracias a las pruebas históricas ajenas a la Biblia, podemos entender mejor el mensaje de esas plagas: eran una demostración, tanto para los egipcios como para los judíos, de que sólo había un Dios Verdadero, el Dios de Israel.
La crítica histórica puede caer en una trampa común a la naturaleza humana: la afirmación de “nada más”. A menudo caemos en esta trampa cuando encontramos una técnica que es especialmente útil, y nos apresuramos a presumir que hemos encontrado la explicación definitiva para un determinado concepto. Entonces declaramos que lo que estamos estudiando no es “más que” un producto o función de esa idea. Por ejemplo, algunos ateos afirman que el universo -y el hombre- no es “nada más que” materia y energía. Y hay algunas personas que se enredan tanto en la crítica histórica que ven el texto de la Biblia como “nada más” que una colección de escritos antiguos, el mero producto de una cultura más antigua y menos ilustrada.
Como metodología, la crítica histórica asume falsamente que la Biblia es “nada más” que una colección de escritos hechos por el hombre. Esto conduce a un rechazo casi total de cualquier actividad sobrenatural, milagrosa o divina en el mundo. La crítica histórica, como mentalidad, puede verse como una forma extrema de eiségesis, que primero presume el significado y luego lee el texto a partir de esa suposición.
Como método -como técnica para una mayor comprensión- la crítica histórica es una herramienta poderosa. Esto no significa que una persona tenga que ser un experto en historia para entender correctamente las Escrituras. La razón por la que Dios ordenó a los creyentes discipular a otros (Mateo 28:19-20) y no simplemente imprimir Biblias es que algunas partes de la Palabra escrita necesitan ser explicadas por cristianos más maduros y conocedores (ver Hechos 8:29-31).
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