Mientras que el polen, el moho, el polvo y la caspa de los animales son desencadenantes comunes de las alergias, hay una causa oculta en la que quizá no piense: el estrés. El estrés hace que el cuerpo pierda los suministros vitales de vitamina B. Un informe reciente confirma que las personas sometidas a un estrés intenso tienden a presentar más síntomas de alergia. En un estudio, los niños que tenían alergias graves fueron trasladados temporalmente de sus casas a un hogar de grupo donde tuvieron la oportunidad de “desestresarse”. A continuación se les expuso al polvo y a otras sustancias que normalmente causarían una fuerte reacción alérgica. Los investigadores observaron una reacción alérgica mínima.
Varios otros estudios no sólo han establecido la conexión entre la B-12 y el estrés, sino que han sugerido que la vitamina B12 podría realmente reducir los síntomas de la alergia. Por ejemplo, en un estudio clínico reciente, un grupo de alérgicos estacionales pasó hasta seis semanas tomando cantidades masivas de B12 a través de la administración sublingual (bajo la lengua).
Muchos de los peores síntomas -estornudos, congestión y picor, secreción nasal- fueron la mitad de graves en el grupo de la vitamina B12 que en el grupo del placebo. Los investigadores afirmaron que “los efectos eran comparables a los del Claritin. La vitamina B12 es también mucho más segura”.
Mejor aún, las personas que tomaban B12 no tenían la sensación de cansancio y arrastre tan común con los medicamentos antihistamínicos para la alergia. Otro estudio descubrió que la vitamina B12 tomada en una dosis mayor puede ayudar a proteger a los asmáticos de las reacciones a los alimentos con sulfitos.
El secreto del éxito de la vitamina B12 en la lucha contra las alergias reside en su capacidad para “reiniciar” el sistema inmunitario. Después de todo, las alergias se caracterizan por una reacción exagerada del sistema inmunitario humano a una sustancia proteica extraña (“alérgeno”) que se ingiere, se respira en los pulmones, se inyecta o se toca. Esta reacción exagerada del sistema inmunitario puede dar lugar a síntomas como tos, estornudos, picor de ojos, secreción nasal y picor de garganta. En los casos más graves, también puede provocar sarpullidos, urticaria, disminución de la presión arterial, dificultad para respirar, ataques de asma e incluso la muerte. Las alergias son ahora dos veces más comunes que hace una generación, y se calcula que afectan a 50 millones de estadounidenses.