La Revolución de 1848 supuso una nueva situación política para Francia y para Tocqueville. Habiendo denunciado la apatía como el principal peligro para Francia, Tocqueville reconoció incluso antes de la revolución que Francia se enfrentaba a una clase obrera políticamente despierta que bien podría impulsar la política francesa hacia canales socialistas y revolucionarios. Tocqueville consideraba que la independencia económica era necesaria para preservar su propia independencia intelectual. Por tanto, consideraba que las presiones de los pobres dependientes para obtener la asistencia social del Estado y de los desempleados para obtener un empleo estatal eran los pasos iniciales hacia una dependencia universal y degradante del Estado por parte de todas las clases sociales. Insensible a los revolucionarios y despreciando a los socialistas antes de la revolución, Tocqueville se opuso a las reivindicaciones de los obreros parisinos durante las jornadas de junio de 1848, cuando su levantamiento fue reprimido sangrientamente por el dictador militar general Louis Cavaignac, así como en los debates sobre la constitución de 1848. El único cambio intelectual producido en Tocqueville por los acontecimientos de 1848 fue el reconocimiento de la fuerza de las ideas socialistas y del carácter problemático de la sociedad propietaria. Aunque había intentado reconciliar a la aristocracia con la democracia liberal en La democracia en América, rechazó la socialdemocracia tal y como surgió en 1848 por considerarla incompatible con la democracia liberal.
Políticamente, la propia posición de Tocqueville mejoró de forma espectacular con la Revolución de Febrero. Su electorado se amplió de 700 a 160.000 bajo el sufragio universal masculino. Fue elegido como republicano conservador para la Asamblea Constituyente por el 79% de los votantes y de nuevo en 1849 por más del 87%. Junto con Beaumont, fue nombrado miembro de la comisión que redactó la constitución de la Segunda República, y al año siguiente se convirtió en vicepresidente de la Asamblea. Una crisis de gobierno producida por la intervención armada francesa para restablecer la autoridad papal en Roma provocó su nombramiento como ministro de Asuntos Exteriores entre junio y octubre de 1849, tiempo durante el cual trabajó con cautela para preservar el equilibrio de poder en Europa y evitar que Francia ampliara sus intervenciones en el extranjero. Sus discursos tuvieron más éxito y su confianza en sí mismo se disparó, pero los resultados le dieron pocas satisfacciones más duraderas que las que había logrado durante la monarquía de julio bajo Luis Felipe.
Poco después de su destitución del Ministerio de Asuntos Exteriores por el presidente Luis-Napoleón Bonaparte en octubre de 1849, Tocqueville sufrió un colapso físico. Tras una lenta recuperación, prestó un último servicio a la Segunda República Francesa. Como relator de la comisión de revisión constitucional, intentó evitar el enfrentamiento final entre el presidente y el poder legislativo, que terminó con la toma del poder dictatorial por parte del ejecutivo. Encarcelado brevemente por oponerse al golpe de Estado de Luis Napoleón el 2 de diciembre de 1851, Tocqueville fue privado de todos sus cargos políticos por negarse a prestar juramento de fidelidad al nuevo régimen. Retirado a un pequeño círculo de aliados y amigos políticos, se sintió más aislado y pesimista políticamente que nunca.