Libro bíblico escrito cuando el judaísmo se enfrentaba a una grave crisis en los siglos II y I a.C. por no haber conseguido entrar en la corriente principal de la sabiduría griega. La defensa del modo de vida judío es el objetivo de este libro.
Antecedentes y naturaleza. El Libro de la Sabiduría fue escrito en griego para judíos de habla griega. La gran colonia de Alejandría fue probablemente el público inmediato. La persecución política y la opresión sufridas allí inspiraron a un judío anónimo de profundo espíritu religioso a defender el judaísmo de los ataques dirigidos contra él y a animar a sus correligionarios a la fidelidad a esa sabiduría que da sentido a la vida. El proselitismo, sin embargo, no queda fuera de su intención (Sab 18,4). El autor escribe en nombre del rey Salomón. Se trata de una ficción literaria destinada a dar autoridad al libro. Dirigirse a los “que juzgan la tierra” (1.1) y a los “reyes” (6.1) forma parte del mismo recurso literario. Los reyes son en realidad los que abrazan la sabiduría divina; esto conduce a un reino (6.1). ver sabiduría (en la biblia).
El conocimiento del autor de la filosofía griega es evidente en su uso de algunos de sus términos. Alejandría, donde floreció la sabiduría griega, bien podría haber proporcionado los conocimientos filosóficos. El trasfondo egipcio -preocupación por la idolatría egipcia y la esclavitud de Israel antes del Éxodo- apunta también a Alejandría. El original griego revela a un autor capaz de escribir según las normas retóricas de Alejandría. El libro fue escrito hacia el año 100 a.C. o al menos poco después.
Forma y organización literaria. El Libro de la Sabiduría es una exhortación en forma de meditación. La reflexión sigue diferentes líneas, como se ve en los diversos enfoques que se encuentran en las distintas partes del libro. Los capítulos 1-9 defienden la sabiduría hebrea mediante el método denominado antológico (tomando prestados pensamientos y frases de los libros bíblicos y situándolos en un contexto sapiencial). El patrón de pensamiento sigue siendo totalmente judío, aunque hay un intento real de utilizar todo lo que el pensamiento griego tenía que ofrecer. El resultado no es una teología sistemática, sino una teología que encadena todo lo que las Escrituras anteriores podían aportar al tema. Los capítulos 10-12 y 16-19 son midrash haggádico. El relato del Éxodo es explotado y dotado de significado para los contemporáneos del autor. El midrash no se limita a copiar la Escritura más antigua, sino que la comenta. Maneja los datos libremente, añadiendo, restando y exagerando, para darles una nueva vida. La liberación de los judíos de la esclavitud egipcia en el pasado se ajustaba admirablemente al propósito del autor. Los capítulos 13-15 forman una pieza literaria distinta. Son parentéticos y constituyen una sátira de la idolatría. El ridículo y la ironía se utilizan eficazmente para desarmar la religión del helenismo.
Se ha cuestionado la unidad del libro. A pesar de la variedad en las formas y, hasta cierto punto, en el lenguaje, en general se defiende la unidad. Algunos sugieren que el mismo escritor compuso los capítulos 11-19 por separado (tal vez como una haggadah de Pascua, el comentario para una comida de Pascua) y más tarde los añadió a su reflexión antológica sobre la sabiduría. El capítulo 10 sí constituye una clara transición entre las dos partes.
Contenido y enseñanza. El libro se suele dividir en tres partes para perfilar su contenido. Tras una introducción en la que se exhorta al lector a abrazar la sabiduría (1.1-15), se establece la conveniencia de luchar por ella refiriéndose al fin al que conduce la sabiduría (1.16-5.23), a su naturaleza (cap. 6-9) y a su justificación histórica en la vida de los héroes de Israel y en la vida de la nación (cap. 10-19).
La vida, la unión con Dios, es la suerte del justo (2.23). La muerte, la separación de Dios, es la suerte de los malvados (1.16; 2.24). Los puntos de vista tradicionales sobre la retribución son barridos. Una descendencia numerosa (3.10-4.6) y una larga vida (4.7-19) no son necesariamente signos del favor de Dios; además, la virtud es lo que Dios premia. No se define el modo de vida con Dios. Ni la inmaterialidad del alma ni la resurrección de los muertos entran en la perspectiva de la vida futura. La vida eterna se imagina como una entrada en la corte de Dios, uniéndose a los “hijos de Dios” (5.5).
Los capítulos 6-9 exploran la naturaleza de la sabiduría. Se dice que la sabiduría personificada surge como una emanación de Dios para comunicarse en el orden físico y moral (7.25-8.1). Su mayor actividad está en las almas de los hombres, a los que hace amigos de Dios (7.27). Esta personificación es literaria y no es una revelación de la sabiduría como persona distinta de Dios.
Los capítulos 10-12 y 16-19 muestran la especial providencia de Dios en la historia de Israel. Una antítesis séptica compone el midrash sobre el Éxodo. La reflexión histórica especifica los caminos de Dios con el hombre. Así, Dios se sirve de una misma cosa ahora para ayudar al hombre, ahora para castigarlo (11,5); Dios castiga al hombre con las mismas cosas por las que el hombre peca (11,16); Dios es misericordioso en el castigo (12,1); el universo lucha a favor del justo (16,17).
El desarrollo parentético del cap. 13-15 analiza diferentes formas de idolatría. Los dioses impotentes y sin vida del mundo pagano no son rivales para el Dios vivo de Israel. En 13.1-9 hay un hermoso resumen del papel de la creación para llevar a los hombres al conocimiento de Dios.
Uso cristiano. El Libro de la Sabiduría ha sido llamado el puente entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. El uso del libro por parte de la Iglesia desde los tiempos apostólicos hace que el título sea acertado. Juan y Pablo no encontraron mejor fuente para expresar la nueva revelación del Hijo de Dios que las páginas de este libro. La Palabra hecha carne, la más alta comunicación de la sabiduría divina al mundo, fue presentada en términos del poema de 7.22-8.1. El espíritu de Dios del que habla el libro (1.7, 9.17) se vio entonces claramente también como una persona divina que manifiesta el poder y la vida de Dios. La gran popularidad de este libro entre los cristianos desempeñó su papel en la negativa judía a admitirlo en el canon. Pero su lenguaje y su origen tardío también fueron factores en este juicio.
Ver también: libros sapienciales.
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