¿Son las ostras realmente un afrodisíaco? ¿O es sólo un mito del descascarillado?

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“Las aspiramos, una a una, después de colocarlas en la lengua del otro. Lector voluptuoso, pruébalo y dime si no es el néctar de los dioses!”

Esta es una cita del diario de Casanova, el famoso playboy italiano que dejó un rastro de amor y desamor mientras saltaba de cama en cama, seduciendo a más de 112 mujeres en Venecia y reafirmando la descarada reputación de la ciudad como la capital europea del siglo XVIII para las orgías y el placer ininterrumpido.

Al parecer, Casanova desayunaba 50 ostras cada día para activar su libido a primera hora de la mañana, e históricamente hablando, es en gran parte responsable de que las ostras sean percibidas hasta hoy como una potente droga del amor.

Pero, ¿es realmente así?

Las opiniones están muy divididas al respecto.

Por un lado, hay gente como la “Dama de las Ostras” Katy Davidson, una de las principales expertas en ostras del mundo, que dice: “¡Las ostras parecen atraer a gente agradable y amistosa! El proceso de desgranarlas y comerlas es tan único… Es lo último en comida cruda y compartida, y es muy social. El elemento comunitario crea un gran revuelo”.

¿Pero sexy?

Um, no…

Davidson califica esta afirmación de mito – como tantos otros mitos en torno a las ostras que dicen que no se puede beber alcohol con ellas (falso), que sólo se deben comer crudas (falso), etc.

Oyster-trivia-infographicEn el otro lado del debate sobre si las ostras son afrodisíacas hay estudios científicos -como el famoso realizado por la Sociedad Americana de Química en 2005- que establecen que los moluscos bivalvos (entre los que se encuentran las almejas, las ostras, los mejillones y las vieiras) tienen propiedades que inducen al deseo. Los bivalvos contienen zinc, según el estudio, que es un nutriente esencial para la producción de testosterona y la espermatogénesis, y también contienen aminoácidos específicos y seratonina, que invocan una respuesta de placer en el cerebro y el cuerpo.

El problema para llegar a un consenso sobre si las ostras son afrodisíacas o no es el siguiente: no se trata tanto de lo que las ostras hacen por ti, sino de cómo te hacen sentir.

El ritual de pelar y consumir ostras es una experiencia multisensorial. Las ostras adquieren las características de su entorno, que se manifiestan en su aspecto, textura y perfil de sabor, al igual que las uvas recogen la resonancia del terruño (suelo) en el que se nutren.

Las ostras frescas, llenas en la concha con un volante húmedo y palpitante, de textura firme y rebosantes de preciosos jugos naturales, huelen de forma atractiva a la orilla del mar cuando la marea retrocede sobre las rocas cubiertas de algas. Están en sintonía con los ritmos lunares y se abren y cierran con la influencia de la luz de la luna. Se percibe un misterio en los pliegues tumefactos de su delicada carne que se asemejan a la sensualidad femenina.

Dado que hay tantos factores circunstanciales que nos mantienen fascinados y confundidos por los poderes de las ostras, la única respuesta responsable a la pregunta “¿Las ostras son afrodisíacas?” parece ser ésta: “Claro, si se quiere pensar así…”

Pero aun así le llevamos esta pregunta a David Putaportiwon, chef de la barra de crudos del principal restaurante y bar de crudos de Bellevue, donde sirve entre 1.500 y 2.000 ostras a los conocedores del marisco de Bellevue y Seattle cada semana.

“En cierto modo, probablemente sea cierto que algunas personas se sienten impulsadas por la idea afrodisíaca cuando piden ostras”, dice Putaportiwon. “No cabe duda de que nuestras ventas de ostras aumentan el día de San Valentín”. El director general de Seastar Restaurant And Raw Bar, Mark Manca, corrobora esta observación. “Sí que noto una buena energía procedente de las mesas que se ajustan al perfil de las citas cuando piden ostras”, dice.

El comentario de Mark Manca da realmente en el clavo. Porque realidad o ficción, es indudable que las ostras fomentan el romance. La sensualidad de la experiencia de comerlas excita el cerebro, que a su vez libera hormonas de bienestar que imitan los poderes de un afrodisíaco.

Así que adelante, come todas las ostras que quieras en tu próxima gran cita nocturna. Siempre que las acompañes con el vino adecuado y las disfrutes en la compañía adecuada, no hay razón para que la noche no termine exactamente como la habías planeado.

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