Aunque, hasta donde sabemos, no ha habido ninguna literatura que asocie el 5-fluorouracilo (5-FU) sistémico con el tratamiento de la queratodermia palmoplantar (PPK), estamos convencidos de que el 5-FU sistémico fue el responsable de la limpieza de las lesiones en un paciente, posiblemente debido a los cambios epidérmicos en las palmas de las manos y las plantas de los pies secundarios al síndrome mano-pie inducido por el 5-FU.
Una evaluación objetiva de nuestro paciente sugirió que el 5-FU sistémico fue muy probablemente la razón del aparente aclaramiento de sus queratosis; sin embargo, se necesita un ensayo controlado aleatorio para determinar si el 5-FU sistémico es aplicable en el tratamiento de la PPK. Este caso aporta nueva luz a una enfermedad para la que las opciones de tratamiento son limitadas y no existe cura.
Las PPK representan un grupo heterogéneo de trastornos que se caracterizan con mayor frecuencia por una hiperqueratosis de las palmas de las manos y las plantas de los pies.1,2 Las PPK pueden ser hereditarias, adquiridas o una característica asociada que forma parte de un síndrome. Clínicamente, la PPK heredada puede dividirse en 3 formas: difusa, estriada y punteada.3
La patogénesis de la PPK sigue siendo desconocida, y el tratamiento es puramente sintomático; no existe un tratamiento definitivo ni una cura.4 Las modalidades de tratamiento han consistido en terapia tópica y sistémica, así como en la escisión quirúrgica. La bibliografía no ha indicado ningún beneficio importante con el uso de la terapia tópica, incluidos los retinoides tópicos, los corticosteroides, el calcipotriol o los queratolíticos tópicos como la pomada de ácido salicílico del 5% al 10%, el propilenglicol del 30%, el ácido láctico del 20% al 30% y la pomada de urea del 10% al 12%.1,5-7 Los agentes queratolíticos pueden ser útiles para reducir el grosor de la queratodermia, pero las lesiones reaparecen cuando se interrumpe el tratamiento.6 En general, los resultados del tratamiento de la PPK han sido bastante decepcionantes. En algunos casos de queratocono se han descrito resultados superiores del tratamiento sistémico con retinoides orales, concretamente con isotretinoína. Sin embargo, el tratamiento con retinoides orales a largo plazo conlleva riesgos y toxicidades importantes y, al igual que los agentes queratolíticos, la interrupción del tratamiento hace que las lesiones vuelvan a alcanzar su gravedad inicial.1,7
Informamos de un caso de PPK punctata heredada tratado con éxito con 5-FU sistémico. Anteriormente, el paciente había probado el tratamiento con muchos agentes queratolíticos tópicos, como el ácido salicílico, la urea y el 5-FU tópico, de los que sólo obtuvo un beneficio mínimo. Se discutió con el paciente la opción de la terapia con isotretinoína oral; sin embargo, no eligió esta opción porque no es una cura y se necesitaría un tratamiento de por vida para obtener beneficios a largo plazo.
Informe de un caso
Un hombre de 49 años optó por someterse a un ensayo de quimioterapia intravenosa con 5-FU para su PPK punctata. Había tenido este trastorno dermatológico desde la adolescencia. El paciente refirió que las callosidades de los pies eran dolorosas y que las de las manos eran embarazosas. El diagnóstico diferencial descartó la PPK inducida por toxinas (es decir, arsénico) debido a la falta de exposición a sustancias químicas; se le diagnosticó PPK punctata hereditaria, de la que son significativos sus antecedentes familiares (su padre también padecía el trastorno). En 1987, su padre fue diagnosticado de cáncer de pulmón y recibió quimioterapia consistente en infusión continua (IC) de 5-FU y cisplatino. Casualmente, sus lesiones desaparecieron después de 2 tratamientos y nunca reaparecieron, aunque murió de cáncer de pulmón 2 años después.
El dermatólogo del paciente señaló que los tratamientos no habían tenido éxito hasta el momento y que se habían agotado las opciones terapéuticas. El dermatólogo desconocía los tratamientos alternativos y reforzó minuciosamente al paciente que, aparte del caso de su padre, no había pruebas que sugirieran que el tratamiento con 5-FU fuera eficaz. El paciente era consciente de que el 5-FU sistémico no era el tratamiento estándar para la PPK; sin embargo, estaba dispuesto a aceptar todos los riesgos asociados al tratamiento.
Antes de iniciar la terapia, el paciente pesaba 81 kg y no tomaba ninguna medicación, incluidas las cremas tópicas y los productos de venta libre. Su historial médico era significativo por problemas de espalda y una herniorrafia. Fumaba tres cuartos de paquete de cigarrillos al día. Su madre murió de una enfermedad cardíaca. Sus hermanos estaban vivos y bien.
Los resultados de laboratorio del paciente eran aceptables para iniciar el tratamiento. Se colocó una línea de catéter central de inserción periférica. Se tomaron fotografías de las lesiones antes del tratamiento para documentar una posible respuesta. Se instituyó un curso único de CI 5-FU: 1000 mg/m2 al día durante 5 días a través de una bomba de infusión conectada a su línea de catéter. Se indicó al paciente que hiciera gárgaras diarias con una solución de peróxido de hidrógeno al 0,5%.
El paciente toleró el primer ciclo de 5-FU sin incidencias. Aparte de una leve fatiga y una ligera mucositis, no experimentó ningún efecto secundario en particular, aunque notó que le dolían los pies más de lo habitual. La exploración física reveló un leve eritema sobre sus manos, y algunas de las lesiones que solían ser del color de la piel eran ahora violáceas y eritematosas.