- 17 de octubre de 2014
- Por el personal de GoodTherapy.org
Para muchas personas, hay pocas cosas que evocan una sensación más tranquilizadora de calidez, comodidad, estabilidad y seguridad que ir a casa. Muchas personas ven su hogar como una fortaleza personal, un bastión de amor y apoyo incondicionales. En casa solemos tener más libertad, más tiempo para la familia y, al menos durante unas horas, nos permite escapar del ajetreo del día. Sin embargo, para las víctimas de la violencia doméstica, el hogar es cualquier cosa menos un refugio.
Según la Coalición Nacional contra la Violencia Doméstica (NCADV), la violencia doméstica es la agresión física intencionada, la intimidación, el asalto sexual y/o el uso de otros comportamientos amenazantes por parte de un miembro del hogar contra otro. Otras formas menos obvias de comportamiento abusivo incluyen el acoso, el uso de miradas o gestos amenazantes, los intentos de controlar la salud reproductiva de una pareja íntima (por ejemplo, negarse a usar métodos anticonceptivos durante el coito) y las muestras de agresión psicológica como menospreciar, humillar o aislar a una pareja íntima.
La escandalosa prevalencia de la violencia doméstica en Estados Unidos
La violencia de pareja íntima (VPI), un término más restringido para la violencia doméstica, afecta tanto a hombres como a mujeres, casados (maltrato conyugal) o no casados. El Departamento de Justicia de EE.UU. estima que 1,3 millones de mujeres y 835.000 hombres son víctimas de violencia física por parte de una pareja íntima cada año.
El NCADV también informa de que entre todas las víctimas de la violencia doméstica, el 85% son mujeres; por término medio, una de cada cuatro mujeres estadounidenses sufrirá violencia doméstica en su vida. Las estadísticas criminales también indican que cerca de un tercio de todas las mujeres víctimas de homicidio fueron asesinadas por su pareja.
Violencia doméstica: Las heridas psicológicas y emocionales
Haga clic en la infografía para ampliarla
Los rasgos rotos, magullados y maltratados son los signos evidentes del abuso doméstico. Sin embargo, al igual que las lesiones físicas exigen nuestro cuidado y atención, es imperativo que las heridas psicológicas y emocionales sufridas por estos eventos traumáticos también sean atendidas.
La Asociación Americana de Psicología (APA) explica que el trauma psicológico es “una respuesta emocional a un evento terrible…” que interfiere con la capacidad de un individuo para funcionar como lo haría en circunstancias normales. Aunque el impacto psicológico de un incidente concreto varía de una persona a otra, la mayoría de los individuos experimentan mayores niveles de angustia emocional después de pasar por acontecimientos traumáticos. Afortunadamente, estos sentimientos de angustia suelen remitir si se recibe el apoyo adecuado de los miembros de la familia, los amigos, los profesionales de la salud mental y otras redes sociales.
Para las víctimas del maltrato conyugal y otros tipos de violencia de pareja, sin embargo, la situación no siempre es tan clara. El miedo a las represalias de la pareja abusiva puede impedir que las víctimas busquen la ayuda necesaria. Los sentimientos de vergüenza y desconcierto, especialmente entre las víctimas masculinas, también pueden ser un gran obstáculo para buscar servicios o ayuda. Esta falta de apoyo emocional puede conducir a un aumento del miedo, la ansiedad, la depresión, la ira, el estrés postraumático, el retraimiento social, el uso de drogas ilícitas, la dependencia del alcohol e incluso la ideación suicida.
Está claro que las heridas psicológicas y emocionales de la violencia doméstica son devastadoras. Pueden perseguir a las víctimas durante muchos años y robarles la capacidad de vivir una vida rica y plena. Estas heridas son completamente indetectables mediante radiografías y con demasiada frecuencia no se tratan.
La violencia doméstica suele tener un efecto dominó que desgarra el tejido de la vida de la víctima. Los impactos psicológicos, emocionales y sociales de la violencia doméstica pueden perdurar mucho tiempo después de que la violencia haya remitido, e incluso después de que la víctima haya dejado a su pareja abusiva.
El Centro Nacional para el TEPT, una destacada organización de investigación y educación que estudia los efectos psicológicos del trauma, ha identificado varios escenarios que indican señales de alarma en una relación insana. Una relación insana puede indicarse cuando uno de los miembros de la pareja:
- Tiene el control total de todas las finanzas del hogar.
- Limita o cierra completamente la vida social del otro. Puede aislar al otro de sus amigos y familiares.
- Amenazan constantemente con arruinar la reputación del otro, especialmente después de que éste haya expresado su deseo de terminar la relación.
- Intenta asustar al otro repetidamente rompiendo cosas, haciendo agujeros en la pared y lastimando o amenazando con lastimar a las mascotas.
- Evoca sistemáticamente sentimientos de culpa o vergüenza en el otro miembro de la pareja.
Estos tipos de comportamientos coercitivos y controladores suelen estar presentes en los casos de violencia doméstica, y pueden tener un profundo impacto en la forma en que una víctima de abuso es capaz de funcionar socialmente, incluso después de dejar una relación abusiva. Si una persona depende económicamente de su pareja abusiva, cualquier decisión de escapar del abuso conlleva la posibilidad real de quedarse sin hogar. Un estudio (2003) demostró que entre una muestra de 110 mujeres que habían sufrido maltrato doméstico, el 38% declaró no tener hogar.
Los problemas de pobreza y falta de hogar están estrechamente relacionados con el acto abusivo de aislar a la pareja de la familia, los amigos y otras fuentes de apoyo social. En circunstancias normales, una persona con fuertes conexiones sociales recurrirá a sus familiares y/o compañeros cuando necesite ayuda. Sin embargo, el aislamiento de estos grupos de apoyo puede hacer que las conexiones se marchiten. Al final, las personas que sufren violencia doméstica pueden pensar que están completamente solas en sus luchas y que los recursos anteriores ya no están disponibles.
Incluso si un superviviente consigue escapar de una relación violenta, las cicatrices del abuso pasado pueden influir significativamente en las futuras relaciones íntimas. El Centro Nacional para el TEPT explica que algunas personas que han soportado la violencia de género pueden incluso no creer que existan relaciones saludables. Por lo tanto, podrían entrar en nuevas relaciones con las mismas expectativas insanas que tenían anteriormente. Otras dificultades pueden ser los recuerdos intrusivos de los abusos pasados (por ejemplo, durante los momentos de intimidad con una nueva pareja), las pesadillas, los problemas de comunicación y los sentimientos de inutilidad.
El efecto de la violencia doméstica en los niños
Las investigaciones demuestran que el desarrollo de un niño puede verse afectado negativamente por los abusos domésticos. Un estudio realizado por Appel y Holden (1998) destaca incluso un gran solapamiento entre los hogares en los que hay VPI y maltrato infantil. El Centro Nacional para el TEPT estima que este solapamiento es de alrededor del 40-60%. Según las estadísticas del NCADV, los chicos expuestos a la violencia doméstica tienen el doble de probabilidades de abusar de sus parejas íntimas y de sus hijos cuando crezcan.
Estadísticas igualmente reveladoras de la American Bar Association muestran que las chicas con un historial de abuso físico o sexual eran más propensas que las chicas no abusadas a tener comportamientos de riesgo como fumar (26% frente al 10%), beber (22% frente al 12%) y abusar de sustancias (30% frente al 13%). Las niñas maltratadas también eran más propensas a tener atracones y purgas que las no maltratadas (32% frente al 12%). En otro estudio en el que participaron 2.245 niños y adolescentes, se puso de manifiesto que la exposición reciente a los malos tratos en el hogar era un factor primordial para predecir futuros comportamientos violentos. Incluso los niños que no son directamente maltratados, se ven afectados por ser testigos de la violencia doméstica.
Dónde y cómo puede obtener ayuda
Si usted o un ser querido es víctima de abuso doméstico, busque ayuda. Cuanto más dure el maltrato, más daño puede causar física y psicológicamente. Hay apoyo a nivel nacional y en su comunidad para ayudarle a poner fin al ciclo de la violencia y superarlo. Estos son algunos recursos si estás en problemas:
- Si estás herida o en peligro inmediato, llama al 911 y haz lo que puedas para ponerte en una situación más segura.
- Contacta con la Línea Nacional de Violencia Doméstica en el 800-799-SAFE (7233) o en el 800-787-3224 (TDD). La línea telefónica nacional puede guiarle hacia refugios locales en su comunidad y/o servicios vitales.
- Para recursos locales, visite esta sección de womenshealth.gov para encontrar apoyo y refugio seguro en su estado.
- Si busca ayuda en línea, asegúrese de borrar su historial de navegación en Internet para que su pareja abusiva no pueda rastrear sus búsquedas. Firefox, Internet Explorer y Google Chrome tienen opciones para borrar el historial de navegación situadas en la esquina superior derecha, debajo de la X roja para cerrar la ventana.
Incluso después de que la violencia haya disminuido, los efectos psicológicos de la violencia doméstica pueden permanecer. Buscar la ayuda de un profesional de la salud mental, como un consejero o un terapeuta, puede ser fundamental para ayudar a la víctima a encontrar la paz. Si usted o un ser querido es víctima de la violencia doméstica, considere la posibilidad de hablar con un profesional con experiencia y conocimientos para ayudar a una persona a superar las heridas psicológicas de la violencia doméstica.
- American Bar Association, Commission on Domestic and Sexual Violence. (s.f.). Estadísticas de la violencia doméstica. Recuperado el 26 de septiembre de 2014, de http://www.americanbar.org/groups/domestic_violence/resources/statistics.html
- American Psychological Association. (s.f.). Trauma. Recuperado el 26 de septiembre de 2014, de http://www.apa.org/topics/trauma/
- Appel, A. E., & Holden, G. W. (1998). La co-ocurrencia del abuso del cónyuge y del niño físico: Una revisión y valoración. Journal of Family Psychology, 12, 578-599.
- Sociedad Australiana de Psicología. (s.f.). Comprender y manejar el trauma psicológico. Recuperado el 26 de septiembre de 2014, de http://www.psychology.org.au/publications/tip_sheets/trauma/
- Baker, C.K., Cook, S.L. & Norris, F.H. (2003). Violencia doméstica y problemas de vivienda. A contextual analysis of women’s help-seeking, received informal support, and formal system response . Violence Against Women, 9(7), 754-783. doi:10.1177/1077801203007002
- Black, M.C., Basile, K.C., Breiding, M.J., Smith, S.G., Walters, M.L., Merrick, M.T., Chen, J., & Stevens, M.R. (2011). La Encuesta Nacional de Violencia Sexual y de Pareja Íntima (NISVS): Informe resumido de 2010. Atlanta, GA: National Center for Injury Prevention and Control, Centers for Disease Control and Prevention.
- Centers for Disease Control and Prevention. (2013). Violencia en la pareja íntima: Consecuencias. Recuperado el 26 de septiembre de 2014, de http://www.cdc.gov/violenceprevention/intimatepartnerviolence/consequences.html
- Coalición Nacional contra la Violencia Doméstica. (n.d.). Datos sobre la violencia doméstica. Recuperado de http://www.ncadv.org/files/DomesticViolenceFactSheet%28National%29.pdf
- Coalición Nacional contra la Violencia Doméstica. (n.d.). Hombres víctimas de la violencia. Extraído de http://www.ncadv.org/files/MaleVictims.pdf
- S. Departamento de Asuntos de los Veteranos, Centro Nacional para el TEPT. (2014). Violencia en la pareja íntima. Recuperado el 26 de septiembre de 2014, de http://www.ptsd.va.gov/public/types/violence/domestic-violence.asp