Cronomentrofobia. El miedo a los relojes.
No, no me refiero a la canción de Cold Play. Me refiero a la cosa que el ratón ha subido corriendo.
Esta inusual fobia no debe confundirse con la Cronofobia, el miedo al tiempo (que es demasiado difícil de entender), o la Gerontofobia, el miedo a envejecer (que es demasiado fácil de entender).
Los cronometrofóbicos sufren una angustia aguda en presencia de un reloj. En serio. Incluso el simple sonido del tic-tac o de las campanadas es motivo de huida. (Puede que Cenicienta fuera cronomentrófoba.)
La revolución digital puede haber beneficiado a los cronomentrófobos, ya que los números son menos aterradores que las caras de los relojes con las manecillas dando vueltas eternamente. O tal vez les arruinó la vida, ya que cada aparato que se compra hoy en día viene con su propio reloj, por lo que estamos rodeados de recordatorios de cada minuto que se cierne ante nosotros sin ser apreciado.
El tiempo no se detiene para nadie, pero se puede vivir sin reloj. La gente lo hizo durante milenios. (No tenían trabajos de oficina ni asistían a clases de pilates, pero se las arreglaban.)
Pero si tu miedo a los relojes te está arruinando la vida, la terapia de exposición podría empezar con uno de estos:
O quizás eso sea una pesadilla para los cronometrofóbicos. No lo sé. Nunca he conocido a ninguno. Así que no sigas mis consejos sobre cómo vencer este miedo: busca ayuda profesional o búscalo en Google.
Si tienes cronomentrofobia, por favor, deja un comentario en este blog porque me encantaría saber cómo es este extraño miedo. Si dejas un comentario durante el mes de febrero sin miedo, podrás ganar un ejemplar de mi nueva comedia de grado medio, 28 trucos para un 6º grado sin miedo. (Pero, ojo, contiene relojes. La primera frase dice: “Cuando el timbre del colegio sonó a las 3:15…”. Así que respira hondo antes de abrir este libro de miedo.)
Mucha suerte al enfrentarte a tus miedos hoy.