A lo largo de su vida, casi uno de cada cinco estadounidenses tendrá un trastorno de ansiedad.
Alrededor de 40 millones de personas en Estados Unidos, con edades comprendidas entre los 18 y los 54 años, han sido diagnosticadas con un trastorno de ansiedad, lo que la convierte en una de las enfermedades mentales más comunes.
Pero es importante tener en cuenta la diferencia entre la simple ansiedad y un trastorno. Según la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), la ansiedad es una reacción normal al estrés e incluso puede ser beneficiosa en determinadas situaciones, como los momentos de lucha o huida.
Sin embargo, los trastornos de ansiedad se diferencian porque “implican miedo o ansiedad excesivos”. Los trastornos de ansiedad pueden ser desencadenados por una serie de factores, como la genética, la química del cerebro, los acontecimientos de la vida o la propia personalidad. Los investigadores de la Anxiety and Depression Association of America están aprendiendo que los trastornos de ansiedad son hereditarios y funcionan biológicamente como las alergias o la diabetes.
Afortunadamente, estos trastornos son tratables y se puede obtener ayuda profesional fácilmente.
Tipos de ansiedad
Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., existen cinco tipos principales de trastornos de ansiedad.
Trastorno de ansiedad generalizada (TAG)
Las personas que padecen un trastorno de ansiedad generalizada muestran “ansiedad o preocupación excesiva durante meses y se enfrentan a varios síntomas relacionados con la ansiedad”, según el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH).
Los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada incluyen inquietud, sensación de tensión o nerviosismo, fatiga, dificultad para concentrarse, tensión muscular, preocupación incontrolable o problemas para dormir.
Los individuos con fobia social (también llamada trastorno de ansiedad social) experimentan “un marcado temor a las situaciones sociales o de actuación en las que esperan sentirse avergonzados, juzgados, rechazados o temen ofender a los demás”, según el NIMH.
Algunos de los síntomas incluyen sentimientos de ansiedad cuando están rodeados de otras personas, timidez y preocupación por las reacciones negativas de los demás, y preocupación excesiva antes de un evento al que asistirán otras personas.
Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
El trastorno obsesivo-compulsivo es uno de los trastornos de ansiedad más conocidos. Los síntomas del TOC se manifiestan de dos formas principales, señala el NIMH. La primera es la obsesión, como el miedo a los gérmenes; los pensamientos no deseados sobre temas tabú; la agresividad hacia los demás o hacia uno mismo; o la disposición de los objetos de forma simétrica o en un orden aparentemente perfecto.
Por otro lado está la compulsión, definida como un comportamiento físico repetitivo. Esto puede adoptar la forma de una limpieza o lavado de manos excesivos, la disposición de objetos de una manera específica o la comprobación repetida de las cosas.
Trastorno de estrés postraumático (TEPT)
Otro conocido trastorno de ansiedad, el TEPT afecta a muchos que han luchado en guerras o que sirven a sus comunidades como agentes de policía o primeros intervinientes.
El TEPT es difícil de diagnosticar porque no todos los individuos traumatizados desarrollan un trastorno crónico o agudo. Para que se diagnostique el TEPT, un adulto debe experimentar al menos un mes de flashbacks, pesadillas o pensamientos aterradores. Los individuos también pueden empezar a evitar ciertas personas, lugares, música y/o palabras que puedan desencadenar recuerdos traumáticos.
Trastorno de pánico
El trastorno de pánico es un diagnóstico para las personas que tienen ataques de pánico recurrentes, que implican síntomas que incluyen latidos rápidos del corazón, sudoración excesiva, sensaciones de hormigueo o debilidad en el cuerpo, problemas para respirar, dolor en el pecho o mareos.
Tratamiento de los trastornos de ansiedad
Hay formas de tratar eficazmente los trastornos de ansiedad, como la terapia, la medicación o ambas. Los programas de salud mental también pueden ayudar a quienes padecen trastornos de ansiedad, especialmente el TEPT.
Un tipo de terapia conversacional, la terapia cognitivo-conductual (TCC), enseña a los clientes que existen diversas formas de pensar, comportarse y reaccionar ante las situaciones que generan ansiedad, según el NIMH. En los casos de trastorno de ansiedad social, la TCC puede consistir en terapia cognitiva y terapia de exposición.
La terapia cognitiva hace hincapié en desafiar y neutralizar los pensamientos negativos que contribuyen a la ansiedad. La terapia de exposición, por su parte, se centra directamente en los temores que causan la ansiedad como una forma de ayudar a las personas a superarlos.
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