El azúcar blanco de mesa procede de la caña de azúcar o de la remolacha azucarera y suele venderse sin que se identifique claramente su origen vegetal. Esto se debe a que, desde el punto de vista químico, ambos productos son idénticos. El azúcar de mesa refinado es sacarosa pura y cristalizada, del mismo modo que la sal pura es simplemente cloruro de sodio. La sacarosa se encuentra de forma natural en la miel, los dátiles y la savia del arce azucarero, pero está más concentrada en la caña de azúcar y la remolacha azucarera. El proceso de refinado hace que la planta original sea irrelevante, ya que la sacarosa se extrae por completo de la planta que la produjo.
Sin embargo, la distinción entre el azúcar de caña y el de remolacha no es del todo una táctica de marketing y es bastante común en los azúcares que se venden en las tiendas de alimentos saludables. Para que los cristales de la caña sean de color blanco puro, el azúcar suele procesarse con carbón de huesos; el azúcar de remolacha no requiere este paso. Aunque el producto final de la caña de azúcar no tiene hueso, esta distinción es importante para muchos veganos y otros vegetarianos que buscan minimizar el sufrimiento animal.
Además, muchos panaderos y pasteleros afirman que hay una diferencia entre los azúcares morenos hechos de caña de azúcar y los de remolacha. La melaza que colorea el azúcar moreno proviene del procesamiento de la caña de azúcar y no es un producto de alta calidad de la remolacha azucarera. Por lo tanto, al azúcar moreno elaborado a partir de la remolacha azucarera se le añade melaza de caña. Aunque la industria sostiene que se trata de productos idénticos, muchos chefs utilizan sólo el azúcar moreno elaborado a partir de la caña de azúcar, ya que sostienen que el azúcar moreno de remolacha afecta negativamente a sus productos. Aunque algunos afirman que la diferencia radica en los oligoelementos de las dos plantas, es más probable que exista una diferencia de humedad que puede afectar a los productos de panadería y otros postres.