La casita, la campeona, colita de adelante, “allá abajo”, cuchufleta, chuchi, cachucha… infinidad de apodos (con excesos de “ch”), de maneras de referenciar para no nombrar. Una genitalidad femenina mantenida en el closet y silenciada al mejor estilo Voldemort en Harry Potter. A ese oscurantismo histórico le hace frente Tati Español con “Todo sobre tu vulva”, un seminario intensivo de aprendizaje colectivo sobre el placer sexual de las mujeres y de las personas con vulva (varones trans).
“El placer es una gran deuda con nosotras. Son pocas las que han tenido la libertad de encontrar su placer, de perseguirlo y disfrutarlo. Venimos de generaciones de mucho miedo. Nos debemos la emancipación sexual, entender que el placer es nuestro y que no está supeditado a un otro. Que jamás otra persona sabe más que nosotras mismas sobre nuestro placer, porque solo cuando comprendamos cómo funciona nuestro placer y cómo va fluctuando vamos a poder conectar realmente con la sexualidad de los demás”. En diálogo con Infobae, Tati se entusiasma. Y entusiasma.
Habla de sexo desde siempre. Era la amiga del grupo con menos rollos para compartir experiencias y sentires, para dar consejos, para escuchar otras voces. La nerd que leía todo lo que encontraba, revisaba fuentes y se enmarañaba de información. Pero recién hace dos años, un poco por los vaivenes de la economía nacional y otro poco por casualidad, reparó en que su curiosidad casi obsesiva por la sexualidad podía transformarse en una fuente de trabajo.
La decisión de dejar el lugar incómodo de la queja por lo que no existe a construir un espacio amigable donde el saber acumulado —después de laboriosas búsquedas autodidactas— pudiera circular, contarse, armarse y desarmarse.
Para las primeras charlas una compañera prestó el living de su departamento en Palermo, otra la tele y los mat de yoga. Tati se recuerda muy insegura en aquellos encuentros, aunque la respuesta de sus escuchas siempre fue “muy hermosa”. El boca en boca hizo lo suyo y la demanda nunca paró.
Ahora “Todo sobre tu vulva” convoca desde diferentes centros culturales de la ciudad de Buenos Aires a un montón de mujeres de todas las edades, colores y tamaños para repensar sus goces durante cinco horas. Entre los proyectos hacia adelante está la publicación de un libro por editorial Planeta, darle forma a la versión práctica del seminario y a otra que incluya a varones cis, viajes y conversatorios.
“Vulvanizar” o nada
No andamos por la vida cruzándonos con imágenes de vulvas. No las vemos en las publicidades, en las revistas, en las redes sociales ni en las obras de arte. Tampoco en los vestuarios. Solo penes, tetas y colas parecen estar habilitados a mostrarse. Conocemos de memoria, entonces, el pito corto del David de Miguel Ángel pero no podríamos garabatear jamás una vulva en un banco de escuela.
La falta de representaciones sobre vulvas no es nueva ni casual. Wikipedia redirige la definición de vulva desde el latín “pudendum femininum”, entendido como aquello que “es digno de causar pudor o vergüenza, lo que debe avergonzar y por eso cubrirse”.
“Todo lo que toca la bombacha es la vulva, sin embargo solo hablamos de la vagina. Decirle vagina a todo es como decir que nuestra cara es una boca. Nombramos nuestra genitalidad únicamente por su función reproductiva porque el placer nos fue negado durante siglos. Y vulvanizar es una palabra que no existe pero que yo uso para dar cuenta del acto de frotar nuestra vulva contra lo que sea: almohadones, ositos de peluche, un pene, otra vulva, vibrador, el cuerpo de alguien. Eso que hacemos muchas veces para encontrar nuestro orgasmo”, desanda Tati.
Es que en el guión que nos machacaron todas acabamos igual: penetradas. Pero pocas películas están más alejadas de la realidad de nuestras sábanas.
“Hace un tiempo pregunté desde mi cuenta de Instagram qué nos lleva al orgasmo. De las 900 mujeres y personas con vulva que contestaron, el 49% dijo que llegaban al orgasmo a partir de vulvanizar, es decir de frotar su vulva. El 18% a través del sexo oral, otro gran porcentaje con sexo manual, y solo un 5% dijo que con la penetración encontraba sus orgasmos”, enumera.
Y sigue: “Tenemos que salir de la idea de que la penetración lo es todo en el acto sexual. Sacarle peso a lo vaginal, porque así solo le damos importancia a la reproducción, y a esta fijación de que el pene es lo central en el sexo y que si no está erecto no puede suceder nada. No necesitamos un pene erecto constantemente en un encuentro sexual para pasarla bien. Podemos tener sexo con el pene erecto y sin que esté erecto. Lo único que necesitamos es comprender que no todo es la penetración. Y eso es un montón para nosotras, pero también para los varones”.
Tati se reconoce “divulvadora” y milita por la deconstrucción de mitos instalados sobre la sexualidad femenina. Se opone a las poses trilladas, aprendidas de un porno pensado para generarle placer a los otros, y a los modelos universales de goce que nos obligan a encajar a costa de grititos fingidos. Tati invita a conocer y a enamorarnos de nuestras vulvas.
“Me ha pasado de encontrarme con chicas que nunca habían sentido orgasmos o que me digan que se sienten falladas o creen que no tienen el glande del clítoris, y charlamos para sacarnos el disquito de que todas tenemos que orgasmear de la misma forma. Pero además estoy convencida de que la estimulación de la parte externa de nuestra vulva debería ser entendida como parte del sexo, no como un trámite rápido que se puede hacer o no antes de la penetración”.
Y agrega: “Si la manera en que les enseñaron a los varones que tienen para encontrar sus orgasmos es el sexo en sí mismo y lo que nosotras hacemos para tener orgasmos es entendido como parte del ‘juego previo’, vamos a estar condenadas a la confusión, a no comprendernos y a creer que somos las raras. ¿Por qué la mayoría de las mujeres sabemos cómo está formado un pito y cómo funciona su erección, pero no tenemos ni idea de cómo está formada una concha? Si no comprendemos nuestra genitalidad no vamos a poder disfrutarla”.
Masturbarse como acto político
—Deberías descubrir qué te gusta en tu cuerpo
—¿Dices que debo tocarme?
—Sí
Mucho se habló de la escena en la primera temporada de la serie Sex Education en la que el personaje de Otis le aconseja a Aimee que se masturbe para saber qué le gusta y poder así compartirlo. Hasta ese momento, Aimee tenía sexo pensando solo en complacer a su compañero… y se venía perdiendo la diversión. Pero también pasa que la masturbación se entienda como aquel toqueteo que nos permitimos “entre chongo/a y chongo/a”, el consuelo ante la falta temporal de una “real sexualidad”. Entonces sonamos.
En “Todo sobre tu vulva” la masturbación es un capítulo aparte, la clave que nos hace autónomas de nuestro placer. Un verdadero acto político.
“La masturbación es nuestra forma primaria de expresión sexual, es el lugar donde nos conocemos. Si no nos masturbamos, nunca vamos a saber por dónde pasan nuestros orgasmos. La masturbación nos da una herramienta enorme de compresión de nuestro placer para después saber qué pedir en el encuentro sexual. Debemos pensarla como una ganancia en conocimiento”.
Tati comparte 10 motivos para masturbarse y hasta los datos de una app sobre masturbación femenina. También propone a sus “seminaristas” preparar los momentos para el autoconocimiento: hacer del tema un rito.
“De niñas nos enseñaron que no podíamos masturbarnos, que estaba mal. No nos dejaron disfrutar de ese placer de manera libre y sin culpas. Aunque hay mucha represión en general sobre la masturbación, está mucho más habilitada en el varón: nos reímos del nene que se toca el pito y a la nena la retamos. No nos dejan ser deseosas”, concluye Tati.
“Crecemos escuchando tips sobre cómo chuparla mejor para no perder varones y nunca nos enseñan a disfrutar. Hay mucho miedo alrededor de la sexualidad femenina. Miedo a que la libertad sexual nos genere consecuencias en la adultez. Pero esa es la gran confusión, porque lo importante es crecer con información”.
Suena ambicioso (y hasta empalagoso) pensar en pasar un sábado hablando de sexualidad. Sin embargo, las cinco horas de “Todo sobre tu vulva” se sienten como despertar de un largo invierno. Ese beso de príncipe que nos abre los ojos. Pero esta vez —por suerte— no hay príncipe ni beso no consentido, sino una mujer que nos invita a lidiar contra años de desinformación, contra un sistema que setea nuestros placeres a su gusto y piacere. Cinco horas después aprendemos que la sexualidad se aprende, se trabaja y se comparte sin libretas regladas. Porque cada vulva es un mundo.
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