El sistema de controles y equilibrios es una parte importante de la Constitución. Con los controles y equilibrios, cada una de las tres ramas del gobierno puede limitar los poderes de las otras. De esta manera, ninguna rama se vuelve demasiado poderosa. Cada rama “controla” el poder de las otras ramas para asegurarse de que el poder está equilibrado entre ellas. ¿Cómo funciona este sistema de controles y equilibrios?
El proceso de elaboración de las leyes (véase la página siguiente) es un buen ejemplo de controles y equilibrios en acción. En primer lugar, el poder legislativo presenta y vota un proyecto de ley. A continuación, el proyecto de ley pasa al poder ejecutivo, donde el Presidente decide si cree que el proyecto es bueno para el país. Si es así, lo firma y se convierte en ley.
Si el Presidente no cree que el proyecto sea bueno para el país, no lo firma. Esto se llama veto. Pero el poder legislativo tiene otra oportunidad. Con suficientes votos, el poder legislativo puede anular el veto del poder ejecutivo, y el proyecto se convierte en ley.
Una vez que una ley está en vigor, la gente del país puede ponerla a prueba a través del sistema de tribunales, que está bajo el control del poder judicial. Si alguien cree que una ley es injusta, puede presentar una demanda. Los abogados presentan entonces argumentos a favor y en contra del caso, y un juez decide qué parte ha presentado los argumentos más convincentes. La parte que pierde puede optar por apelar a un tribunal superior, y eventualmente puede llegar al tribunal más alto de todos, el Tribunal Supremo.
Si el poder legislativo no está de acuerdo con la forma en que el poder judicial ha interpretado la ley, puede introducir una nueva pieza de legislación, y el proceso comienza de nuevo.