Dos raciones de carne roja y procesada a la semana pueden aumentar el riesgo cardiovascular hasta un 7%. La carne de ave también provocó un aumento significativo, aunque menor, del riesgo.
En las últimas décadas, los estudios han demostrado sistemáticamente que el consumo regular de carne (especialmente de carne roja procesada) tiene un efecto perjudicial para la salud humana. Incluso en bajas cantidades, la carne puede aumentar el riesgo de enfermedades (incluyendo enfermedades del corazón y algunos tipos de cáncer).
Sin embargo, de vez en cuando, sale un caso atípico. Un estudio publicado en 2019 concluyó que la carne roja no es peligrosa para la salud humana. Ese estudio fue ampliamente criticado tanto por su interpretación de los datos como por el hecho de que los científicos no informaron de un posible conflicto de intereses. Ese estudio fue ampliamente recogido por los medios de comunicación y muchos lo vieron como una justificación de los hábitos de consumo de carne. “La carne no es mala”, se apresuraron a decir muchos editores, sin reparar en nada más.
Ahora, una nueva investigación arroja aún más dudas sobre esa idea. El estudio recién publicado descubrió que dos porciones de carne roja o procesada -pero no de pescado- por semana se asociaban con un 3% más de riesgo de todas las causas de muerte.
No es una diferencia enorme, pero es algo que vale la pena considerar, señalan los investigadores.
“Es una diferencia pequeña, pero vale la pena intentar reducir la carne roja y la carne procesada como el pepperoni, la mortadela y los embutidos”, dijo la autora principal del estudio, Norrina Allen, profesora asociada de medicina preventiva en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern. “El consumo de carne roja también se relaciona sistemáticamente con otros problemas de salud como el cáncer”.
El estudio analizó los datos de seis cohortes a las que se hizo un seguimiento de hasta tres décadas. Después de que los datos de las diferentes se ajustaran y armonizaran para ajustarse a un único análisis, los investigadores terminaron con 29.682 participantes.
Los participantes informaron por sí mismos sobre los datos de la dieta (lo que habían comido en el mes anterior o en el año anterior), tras lo cual se hizo un seguimiento de su salud cardiovascular.
Los investigadores descubrieron un riesgo entre un 3 y un 7% mayor de sufrir enfermedades cardiovasculares y muerte prematura para las personas que comían carne roja y carne procesada dos raciones a la semana. Además, el riesgo de enfermedad cardiovascular era un 4% mayor para las personas que comían dos raciones semanales de carne de ave, pero las pruebas eran menos claras. Los investigadores se abstienen de hacer una recomendación clara sobre la ingesta de aves de corral. Las evidencias hasta ahora no son suficientes para hacer una recomendación clara sobre la ingesta de aves de corral, señalando que el efecto podría deberse al método de cocción y al consumo de la piel del pollo más que a la carne de éste. En particular, no parece haber ninguna relación entre el consumo de pescado y las enfermedades cardiovasculares o la mortalidad.
La sustitución de algunos de los productos animales de nuestra dieta por equivalentes de origen vegetal puede suponer una diferencia significativa, concluyen los investigadores.
“Modificar la ingesta de estos alimentos de proteína animal puede ser una estrategia importante para ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y muerte prematura a nivel poblacional”, dijo el autor principal del estudio, Victor Zhong, profesor adjunto de ciencias de la nutrición en Cornell, que realizó la investigación cuando era becario postdoctoral en el laboratorio de Allen.
Los investigadores también comentaron el estudio anterior – haciendo hincapié en que hay muchas pruebas que indican los riesgos asociados a la carne roja.
“Todo el mundo interpretó que estaba bien comer carne roja, pero no creo que eso sea lo que apoya la ciencia”, dijo Allen.
“Nuestro estudio muestra que la relación con las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad era sólida”, añadió Zhong.
Por supuesto, como en cualquier estudio nutricional, también hay limitaciones. Los participantes informaron sobre sus propias comidas, lo que probablemente contiene inexactitudes, ya que es poco probable que las personas recuerden su dieta con exactitud. Además, el estudio tampoco tuvo en cuenta los métodos de cocción. Freír los alimentos, en lugar de hervirlos, por ejemplo, puede contribuir a la ingesta de ácidos grasos y trans, que a su vez contribuyen al riesgo de enfermedades cardiovasculares.
No obstante, el cúmulo de pruebas que sugieren que el consumo de carne es malo para la salud (especialmente la carne roja/procesada), es poco menos que convincente. Las dietas basadas en plantas son, en general, más saludables -y más sostenibles- que las dietas ricas en carne.
El estudio se publicó en JAMA Internal Medicine.