Si alguien quiere llegar a Marte sin sufrir daños, tendrá que resolver el problema de la radiación. Foto: Mars One
Hay al menos un pequeño puñado de equipos -la NASA, la Agencia Espacial China, SpaceX, Mars One y otros- que pretenden poner personas en Marte en las próximas décadas. Además de los problemas que supone llevar a las personas al planeta rojo, aterrizar en la superficie, darles suficiente comida y agua para que sobrevivan y evitar que se vuelvan locos por el aislamiento, hay otro gran obstáculo que salvar: la radiación. Y no sólo la mísera e inofensiva radiación del teléfono móvil. El espacio está lleno de rayos cósmicos galácticos, partículas de energía increíblemente alta, como el plomo que se mueve a una velocidad cercana a la de la luz. Los rayos cósmicos galácticos pueden atravesar el ADN, rompiendo los enlaces y aumentando el riesgo de cáncer.
Detener toda esta radiación es uno de los retos para cualquiera que quiera enviar a la gente lejos de la Tierra, y las nuevas investigaciones apuntan en una dirección inusual sobre cómo hacerlo: las naves espaciales de plástico.
El aluminio, al ser fuerte y ligero, es el material elegido para la construcción de naves espaciales. Pero el aluminio no es tan bueno para bloquear la radiación. El plástico, en cambio, parece ser mucho mejor.
Esta no es una idea totalmente nueva. Ya en 2004 la NASA escribió sobre cómo podría utilizarse el plástico para proteger a los exploradores del sistema solar, hablando con el científico de la NASA Frank Cucinotta, que trabaja en el Proyecto de Salud de la Radiación Espacial:
Los plásticos son ricos en hidrógeno, un elemento que hace un buen trabajo absorbiendo los rayos cósmicos”, explica Cucinotta. Por ejemplo, el polietileno, el mismo material del que están hechas las bolsas de basura, absorbe un 20% más de rayos cósmicos que el aluminio. Un tipo de polietileno reforzado desarrollado en el Centro de Vuelo Espacial Marshall es 10 veces más fuerte que el aluminio, y también más ligero. Podría convertirse en el material preferido para la construcción de naves espaciales, si se puede fabricar de forma suficientemente barata. “Aunque no construyamos toda la nave espacial con plástico”, señala Cucinotta, “podríamos utilizarlo para blindar zonas clave como los cuartos de la tripulación”. De hecho, esto ya se hace a bordo de la ISS.
Aunque ya se pensaba que el plástico era teóricamente mejor que el aluminio a la hora de proteger a los astronautas basándose en pruebas de laboratorio, nadie lo había probado utilizando una nave totalmente expuesta a los rayos cósmicos. Ahí es donde entra la nueva investigación, dice Cary Zeitlin, el líder del estudio:
Este es el primer estudio que utiliza observaciones desde el espacio para confirmar lo que se ha pensado durante algún tiempo: que los plásticos y otros materiales ligeros son libra por libra más eficaces para el blindaje contra la radiación cósmica que el aluminio. El blindaje no puede resolver por completo el problema de la exposición a la radiación en el espacio profundo, pero hay claras diferencias en la eficacia de los distintos materiales.
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