Leda era admirada por Zeus, que la sedujo bajo la apariencia de un cisne. Como cisne, Zeus cayó en sus brazos para protegerse de un águila que la perseguía. Su consumación, en la misma noche en que Leda yacía con su marido Tyndareus, dio lugar a dos huevos de los que nacieron Helena (más tarde conocida como la bella “Helena de Troya”), Clitemnestra y Cástor y Pólux (también conocidos como los Dioscuros). Los relatos no coinciden en qué niños son la progenie de Tyndareus, el rey mortal, y cuáles son los de Zeus y, por tanto, medio inmortales, ni tampoco en qué niño nació de qué huevo. La división es casi siempre mitad mortal, mitad divina, aunque los emparejamientos no siempre reflejan los emparejamientos de la herencia de los hijos. Castor y Pólux son a veces mortales y a veces divinos. Un punto consistente es que si sólo uno de ellos es inmortal, es Pólux. También se afirma siempre que Helena es hija de Zeus.
En la Ilíada de Homero, Helena mira desde los muros de Troya y se pregunta por qué no ve a sus hermanos entre los aqueos. El narrador comenta que ambos están ya muertos y enterrados en su tierra natal de Lacedemonia, sugiriendo así que, al menos en la tradición homérica, ambos eran mortales.
Otro relato del mito afirma que Némesis (Νέμεσις) fue la madre de Helena, y que también fue fecundada por Zeus bajo la apariencia de un cisne. Un pastor encontró el huevo y se lo dio a Leda, que lo guardó cuidadosamente en un cofre hasta que el huevo eclosionó. Cuando el huevo eclosionó, Leda adoptó a Helena como hija. Zeus también conmemoró el nacimiento de Helena creando la constelación de Cygnus (Κύκνος), el Cisne, en el cielo.