Psicología Hoy

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La sensación de que la vida tiene sentido no sólo ofrece un beneficio filosófico; también está ligada a una mejor salud física y mental. ¿Qué factores, aparte de las relaciones estrechas y los logros personales, fomentan la creencia en una vida con sentido? Tres estudios recientes destacan algunos de los posibles mecanismos del sentido.

Lo que realmente importa

Los investigadores que estudian el sentido de la vida han dividido el concepto en tres facetas: la coherencia (la sensación de que la vida tiene sentido), el propósito (tener y trabajar para conseguir objetivos) y la importancia (la sensación de que la vida de uno tiene valor y marca la diferencia). El psicólogo de la Universidad de Sussex, Vlad Costin, sostiene que el último factor, la importancia, puede ser el más importante. En tres experimentos, la sensación de importancia de los participantes predijo con mayor fiabilidad si veían la vida como algo significativo un mes después. Aunque no se sabe por qué los participantes sentían que sus vidas eran importantes, Costin cree que podría ser el resultado de “creer en Dios, contribuir a los demás o dejar algún tipo de legado”.

Edad dorada

La confianza en el sentido de la vida puede ser mayor alrededor de los 60 años, por término medio, según sugiere un estudio reciente. Utilizando datos de 1.042 adultos estadounidenses, los investigadores de la Universidad de California en San Diego descubrieron que la presencia del sentido de la vida seguía una curva a lo largo de la vida, alcanzando su máximo a los 60 años aproximadamente antes de volver a descender. La búsqueda de sentido, en cambio, siguió la trayectoria opuesta, alcanzando un punto bajo a los 60 años antes de subir. Independientemente de la edad, tanto el bienestar físico como el mental estaban fuertemente correlacionados con la creencia en el sentido de la vida.

Cada cosa en su sitio

Muchos buscan el sentido a través de experiencias extraordinarias, pero también pueden encontrarlo en los actos ordinarios y cotidianos. Una nueva investigación ha descubierto que la preferencia por las rutinas está relacionada con un mayor sentido de la vida. Los estudiantes a los que se hizo un seguimiento durante una semana informaron de que el sentido de la vida era algo mayor, por término medio, cuando realizaban actos cotidianos como estudiar o desplazarse al trabajo, tal vez, señalan los autores, porque las rutinas construyen un sentido coherente del yo. La coautora del estudio y psicóloga de la Universidad de Rutgers, Samantha Heintzelman, observa: “Los momentos que tienen sentido y se sienten bien pueden hacer que la vida tenga sentido también”

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